Hace mucho tiempo, un hombre perdió a la mujer que amaba; y en medio del dolor y la desesperación, buscó en miles de filosofías y en cientos de rituales la paz interior.

Con el tiempo, se dirigió a un monasterio, en donde las reglas de silencio y de meditación le ayudaron a encontrar la calma y el verdadero camino.

Así, se transformó en un monje que hacía meditación en solitario.

Que pronunciaba muy pocas o ninguna palabra, y sus compañeros comenzaron a verle como un ejemplo de serenidad y de paz; y más adelante, buscaban en él las respuestas, solo en las posturas, en las miradas tranquilas y en las sonrisas suaves.

Estas eran, solamente, sus reacciones ante las situaciones que les planteaban sus compañeros.

El monje, solo compartía su presencia durante las meditaciones con quienes llevaban problemas para ser resueltos, sin necesidad de darles palabra alguna.

Y trascendió su ejemplo como maestro de tranquilidad, paz y empatía; lo que mostraba tan solo con su presencia.

En una oportunidad, un sabio hizo un viaje extremadamente largo solo para conocerle.

Al llegar al monasterio, se le informó al sabio que el monje, solo le iba a permitir su presencia mientras meditaba con él.

Intentó que hablara, susurrándole preguntas y afirmaciones, pero no logró más que calmadas miradas y sonrisas leves.

El sabio se impacientó; y se preguntó, ¿cómo podría aprender de alguien que no pronunciaba palabra alguna?; sin embargo, continuó allí meditando y meditando, al lado del monje.

Entonces, por un momento, tuvo una epifanía y entendió, que el verdadero camino a la iluminación estaba en el silencio y la meditación, en la quietud mental.

Y se entregó a la meditación, relajado y con la mente quieta.

Horas después, salió del monasterio con una paz interior que nunca más perdió.

La fama del monje perduró durante toda su vida y fue un ejemplo, tan solo con su presencia, de lo que es el vivir el hoy, el presente, con serenidad y como parte importante del camino hacia la iluminación.

(1)

Pixabay-Myriams-Fotos

Crecer con el silencio o la liviandad de la modernidad

Qué poco hablamos sobre una de las bendiciones que la vida nos ofrece: El silencio.

En estos tiempos modernos, donde la bulla, la liviandad y la estridencia, incluso de la música y de la manera de hablarnos; el silencio representa un bálsamo necesario para crecer, serenarnos y actuar en contra del estrés y en pro del crecimiento.

Son pocos los que saben cuándo hablar y cuándo callar; y generalmente son personas muy calladas o que hablan solo lo necesario, que muestran reglas de cortesía, tan importantes para una buena conversación, diálogo, tertulia o debate.

Muy poco contienden o nunca lo hacen.

Y la mayoría de las veces, esperan que el otro drene las emociones mientras observa sin intervenir.

Aquel que respeta y valora el silencio es buen oyente, discreto y educado; disfruta el ahora y el entorno, y no llena los espacios con palabras, solo con acciones comedidas y respetables.

Como el monje de la historia, a pesar de la importancia que tiene la comunicación humana, vive miles de momentos de silencio, pues, en la vida del ser humano siempre los hay.

Momentos donde no hay renuncias, solo contemplación y apreciación del entorno; donde no hay contención, sino entendimiento de lo que sucede y de las circunstancias que se viven.

El silencio, entonces, se transforma en pausa y reflexión; se transforma en prudencia y en gestos elocuentes; pues a veces, el silencio dice más que mil palabras.

En el libro Eclesiastés leemos, que hay un tiempo para callar y un tiempo para hablar.

¿Estamos los hombres modernos conscientes de cuándo es el momento de hacer silencio?

El mundo moderno se llena de increíbles luchas en pro de ser escuchados; tanto, que nos hemos dividido en subgrupos de detalladas y estudiadas diferencias, que nunca pensamos que pudieran convertirse en sectores sociales; y en todos, está el ruido por la lucha.

No está mal ninguna lucha reivindicativa que se pudiera evitar resaltando valores y respeto humano en el seno del hogar en el que se crece; pero el ruido moral, la avalancha de sermones y de señalamientos, sí son generadoras de angustias, enemistad y aturdimiento.

La aceptación de nuestras diferencias debe ir marcada por la observación y el entendimiento de la historia y de los hechos que las generan, y no por resultados de contiendas.

Pixabay-darksouls1

Somos esclavos de nuestras palabras…

...Así como también, somos dueños de nuestro silencio.

Un hombre de palabra debe decir siempre lo que piensa, siente y cree, cuando pueda emitir credibilidad y confianza en quien le escucha.

En el mundo, la política ha transformado la comunicación de masas en un río de palabras vacías, huecas, sin contenido y sin hechos.

Se habla sin decir nada; se afirman verdades inexistentes; y el silencio es simplemente una pérdida de tiempo y un dejarle espacio al adversario.

En medio de los ruidos, el ser humano se ha transformado en el objeto de sus secreciones hormonales excesivas y mantenidas en el tiempo, lo que ha generado un desequilibrio en todos sus órganos y sistemas, en su funcionamiento corporal.

Las consecuencias se leen como trastornos comunes con altas estadísticas de presencia.

Aquí, en el hoy, el hecho de que, el que calla otorga, también pierde; y esto ha desvalorizado el hecho de que el callar, muchas veces, evita grandes guerras.

Por último, la incapacidad de dejar pasar, el siempre tener que tomar partido, emitir una opinión, el hacer ruido.

Lo cierto, es que es preferible detenerse en el momento y observar cómo caminan las cosas.

Últimamente, he tenido la oportunidad de ver la serie La Corona; (The Crown); y el personaje de la reina Isabel se hace ejemplo persistente de lo que es una figura líder, de autoridad, independientemente de sus debilidades humanas y de los errores que tuvo como cualquier otro; ella no siempre expresa, siempre observa, analiza y digiere.

Se rodea constantemente de momentos silenciosos.

Con su historia, he podido corroborar que el crecimiento se puede dar a fuerza de pocas palabras y mucha observación y análisis.

El silencio, entonces, pasa a ser, con ejemplos, una de las mejores armas que poseemos en la modernidad para atacar los antivalores que nos están tragando, las enfermedades que nos están matando.

En @holos-lotus, una comunidad que habla sobre el bienestar, el silencio debería ser parte de su temática, constantemente.

Por eso te pregunto, usuario, visitante y parte de nuestra comunidad:

¿Qué opinas sobre el silencio?

The forgotten value of silence -A wellness reflection-

Pixabay-Merlinlightpainting; edited in Paint

The Silent Monk -A Tale-

Long ago, a man lost the woman he loved; and in the midst of grief and despair, he searched through thousands of philosophies and hundreds of rituals for inner peace.

Eventually, he went to a monastery, where the rules of silence and meditation helped him find calm and the true path.

Thus, he became a monk who did solitary meditation.

He spoke very few or no words, and his companions began to see him as an example of serenity and peace; and later, they looked to him for answers only in his postures, calm gazes and gentle smiles.

These were only their reactions to the situations presented to them by their companions.

The monk only shared his presence during meditations with those who brought problems to be solved, without the need to give them any words.

And he transcended his example as a teacher of tranquility, peace and empathy, which he showed only by his presence.

On one occasion, a sage made an extremely long journey just to meet him.

Upon arriving at the monastery, the sage was informed that the monk would only allow his presence while meditating with him.

He tried to get him to talk, whispering questions and affirmations, but got nothing more than calm glances and slight smiles.

The sage grew impatient; and he wondered, how could he learn from one who spoke no words; yet he continued to stand there meditating and meditating, at the monk's side.

Then, for a moment, he had an epiphany and understood that the true path to enlightenment was in silence and meditation, in mental stillness.

And he gave himself to meditation, relaxed and with a still mind.

Hours later, he left the monastery with an inner peace that he never lost.

The monk's fame lasted throughout his life and he was an example, just with his presence, of what it is to live today, the present, with serenity and as an important part of the path to enlightenment.

(1)

Pixabay-Myriams-Fotos

Growing up in silence or the lightness of modernity

How little we talk about one of the blessings that life offers us: Silence.

In these modern times, where noise, lightness and stridency, even in music and in the way we talk to each other; silence represents a necessary balm to grow, to calm down and to act against stress and in favor of growth.

Few are those who know when to speak and when to be silent; and generally they are very quiet people or who speak only what is necessary, who show rules of courtesy, so important for a good conversation, dialogue, gathering or debate.

They rarely or never argue.

And most of the time, they wait for the other person to drain their emotions while observing without intervening.

He who respects and values silence is a good listener, discreet and polite; he enjoys the now and the environment, and does not fill the spaces with words, only with restrained and respectable actions.

Like the monk in the story, despite the importance of human communication, he lives thousands of moments of silence, because in the life of the human being there are always moments of silence.

Moments where there is no renunciation, only contemplation and appreciation of the environment; where there is no contention, but understanding of what is happening and of the circumstances that are lived.

Silence, then, is transformed into pause and reflection; it is transformed into prudence and eloquent gestures; for sometimes, silence says more than a thousand words.

In the book Ecclesiastes we read that there is a time to be silent and a time to speak.

Are we modern men aware of when it is time to be silent?

The modern world is filled with incredible struggles to be heard; so much so, that we have divided ourselves into subgroups of detailed and studied differences, which we never thought could become social sectors; and in all of them, there is the noise for the struggle.

It is not bad any vindictive fight that could be avoided highlighting values and human respect in the bosom of the home in which we grow; but the moral noise, the avalanche of sermons and of pointing out, yes they are generators of anguish, enmity and bewilderment.

The acceptance of our differences must be marked by the observation and understanding of history and of the facts that generate them, and not by the results of conflicts.

Pixabay-darksouls1

We are slaves of our words...

...Just as we are also the masters of our silence.

A man of his word must always say what he thinks, feels and believes, when he can emit credibility and confidence in those who listen to him.

In the world, politics has transformed mass communication into a river of empty, hollow words, without content and without facts.

People talk without saying anything; non-existent truths are affirmed; and silence is simply a waste of time and a waste of space for the adversary.

In the midst of the noises, the human being has become the object of his excessive hormonal secretions and maintained over time, which has generated an imbalance in all his organs and systems, in his bodily functioning.

The consequences are read as common disorders with high presence statistics.

Here, in today's world, the fact that he who is silent gives, also loses; and this has devalued the fact that silence, many times, avoids great wars.

Finally, the inability to let go, always having to take sides, to express an opinion, to make noise.

The truth is that it is preferable to stop in the moment and observe how things are going.

Lately, I have had the opportunity to watch the series The Crown; and the character of Queen Elizabeth becomes a persistent example of what a leader and authority figure is, regardless of her human weaknesses and the mistakes she has made like any other; she does not always express, she always observes, analyzes and digests.

She constantly surrounds herself with silent moments.

With her story, I have been able to corroborate that growth can be achieved through few words and a lot of observation and analysis.

Silence, then, becomes, with examples, one of the best weapons we have in modernity to attack the anti-values that are swallowing us, the diseases that are killing us.

In @holos-lotus, a community that talks about well-being, silence should be part of its theme, constantly.

That's why I ask you, user, visitor and part of our community:

What do you think about silence?