Acostado,
en mi trémula cama,
veo a la noche despanzurrar
de las grisáceas entrañas
su lado más áspero y negro.

Es la hora de los cobardes
en la roja habitación.
Allí, un espectro sin forma
y un alma rota
se percatan asfixiantemente
de cada existencia.

En mis yagas,
otra vez, está
latiendo ella.
Me respira en la nuca,
inhala sudores de mi sien
y exhala dolores
sobre mi corazón.

Existe una voz
que suspira mis terrores de vivir
y grita con desespero
la pena de mi muerte.

Los vestigios
de mis sombras
me acechan
y jamás me avisan
cuando el calor
se torna intenso.

Es ella...
A veces, muy bien,
se esconde,
pero tarde o temprano
revolotea
en mi habitáculo,
inmolándome el alma
con una duda simple
sobre mi supervivencia.

La piel se me erecta
y siempre soy una gallina
ante la idea que me turba
cuando siento a la parca
subírseme a la cabeza.

Dentro de las venas
deambula el pánico,
aquella sepulcral idea
cunde a la incomprensión
y siento el pavor recorrer
a todos mis sentidos.

Vapor
en el aire
frío,
rigidez
en los nervios
iracundos,
los dientes
tiemblan
y la voz
también,
pero se calla.

Tengo miedo
y creo que ella
igual lo siente,
o es pena, o compasión,
pero todos son sinónimos
de que el horror
nos habita a ambos
ante la venidera
muerte.

La cabeza se me hincha,
el sudor hace estragos,
los ojos incendiados
mirando a cada rincón
inquiere explicaciones
de por qué ella me tienta
cuando aparece de la nada
y me siento tan don nadie.

Hay un latido fantasmal
rondándome muy cerca
y en cada diástole
se pierde mi fe,
y en cada sístole
regresa mi fuerza.

Estoy cansado de desvanecerme
y de luchar contra aquella identidad
que me hace sospechar de la vida
mediante una pesada presencia.

Pero reitero
que somos cobardes,
tanto ella como yo
y solo y solamente
nos damos miedo
-o vergüenzas-
y todo lo evitan
y todo lo proponen
las manos,
que en vez de cometer
la peor fechoría,
nada más se atreven
a rezar.

Fotos de mi autoría
Nikon D5200
Lente 35mm
Modelo: Grecia

Esta es mi participación en el
Concurso de Terror. 3ra edición (Literatura): Presencias

ENGLISH VERSION

Lying,
in my trembling bed,
I watch the night peel away
from the grayish entrails
its roughest and blackest side.

It is the hour of cowards
in the red room.
There, a formless specter
and a broken soul
are suffocatingly aware
of every existence.

In my sores,
again, she is
she is beating.
She breathes on the back of my neck,
inhales sweats from my temple
and exhales pains
on my heart.

There is a voice
that sighs my terrors of living
and cries out in despair
the sorrow of my death.

The vestiges
of my shadows
stalk me
and never warn me
when the heat
becomes intense.

It's her...
Sometimes, all right,
she hides,
but sooner or later
she flutters
in my room,
immolating my soul
with a simple doubt
about my survival.

My skin becomes erect
and I am always a chicken
at the thought that disturbs me
when I feel the grim reaper
creeping up on my head.

Inside my veins
panic wanders,
that sepulchral idea
the incomprehension spreads
and I feel the dread run through
all my senses.

Steam
in the air
cold,
stiffness
in the nerves
angry nerves,
teeth
tremble
and the voice
too,
but keep quiet.

I am afraid
and I think she
she feels it too,
or it's pity, or compassion,
but all are synonymous
that horror
inhabits us both
in the face of the coming
death.

My head swells,
sweat rages,
eyes on fire
looking at every corner
asking for explanations
why she tempts me
when she appears out of nowhere
and I feel like a nobody.

There is a ghostly heartbeat
hovering very close to me
and in every diastole
my faith is lost,
and in every systole
my strength returns.

I am tired of fading away
and fighting against that identity
that makes me suspect life
by a heavy presence.

But I reiterate
that we are cowards,
both she and I
and only and only
we are afraid of each other
-o vergüenzas-
y todo lo evitan
y todo lo proponen
las manos,
que en vez de cometer
la peor fechoría,
nada más se atreven
to pray.