En una de las mañanas más calurosas en Rioverdana, los niños del pueblo decidieron fugarse del colegio y darse un chapuzón en la ribera que estaba detrás del naranjal del anciano Justo.

Al primer receso todo estaba acordado, Rubén debía pedir permiso a la maestra para interrumpirla con una noticia impactante: Nico se había desmayado por un bajón de azúcar. Nico debía actuar entonces como un profesional y colocar la cabeza sobre el pupitre con la boca abierta y la lengua de medio lado. Luego Liz propondría exaltada que los muchachos lo llevaran al puesto médico para asistirlo y, de esa manera saldrían Rubén, Nico, Tomás y Liz por la puerta del aula para comenzar la fiesta junto al río.

El plan se ejecutó casi a la perfección, porque cuando sonó el timbre de la pausa entre clases y Rubén dio el grito de -¡Maestra, maestra! Nico se desmayó-, el pobre Nico, que tenía unos dientes enormes que no le cabían en la boca, comenzó a moverse en ataques como de epiléptico y para no fracasar en el plan exageró el ataque de nervios con un baile de temblores incontrolables. Cruzó los ojos en una bizquera absurda y miró al cielo tirando la cabeza hacia atrás.

La maestra pegó gritos como si hubiera visto un demonio, y aún con la tiza en la mano y el vestido lleno de cal, le dijo a Rubén y Tomás que lo llevaran al políclinico, a lo que Liz rápidamente agregó que cargaría la mochila con la merienda y el agua a sus compañeros. En resumen, salieron todos orondos por la puerta y una vez doblaron la calle de la escuela soltaron a Nico y comenzaron a reírse a carcajadas y a pegarse manotazos de alegría.

Camino a la ribera pasaron por la finca de Justo el viejo y vieron que la puerta estaba abierta, algo que les sorprendió porque Justo incluso cuando estaba en su naranjal o dentro de casa dejaba la puerta cerrada. Los muchachos bordearon el perímetro de la casa y vieron a lo lejos el cuerpo encorvado de Justo recogiendo algo del suelo. Algunas naranjas, supusieron.

Pensaron que la puerta abierta quizá era una invitación, así que decidieron probar suerte y pedirle algunas naranjas. Fueron directamente hasta el patio trasero donde estaban los diez árboles del anciano Justo, el proveedor de las jugerías del pueblo.

Justo todavía estaba encorvado mirando al suelo. Los muchachos lo saludaron. No hubo respuesta. -¿!Justo, hola!?-. Nada. El cuerpo no se movía de su posición jorobada. Los muchachos se pararon frente a él y cuando se agacharon para verle el rostro observaron una sonrisa de oreja a oreja y los ojos del anciano cubierto por sus cabellos blancos.

-¿Así que hoy mintieron para estar aquí, muchachos?

Despavoridos, los muchachos cayeron de bruces contra el suelo.

-No teman, aquí no les pasará nada ¿vinieron a por algunas naranjas verdad? Tomen las que quieran, son para siempre bienvenidos aquí.

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✨ FANTASÍA Y MISTERIO👻

La narrativa de los hermanos Grimm contiene elementos de terror o de misterio. Muchos de sus cuentos originales presentan escenas oscuras y a veces aterradoras en los que los personajes se enfrentan a momentos de tensión. En esta creación particular, quise jugar con esos disparadores psicológicos para crear un ambiente ligeramente tenebroso. Espero que sea del agrado de los lectores. ¡Muchas gracias por leer! 🙌

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_{Historia creada exclusivamente para el concurso de minicuentos en honor a Wilhelm Grimm Ninguno de los personajes es real, ni la ubicación donde se desarrolla el cuento.
Imagen de portada generada con el bot de Telegram Stable Diffusion. Text to Image: 1024x768 | Model: Midjourney v4 style | Steps: 35 | Cfg Scale: 15 | Seed: 300569770 A forest house with orange groves in the backyard. Only one house. River in the horizon. Oil painting style. High definition, high quality. detailed.}