Que no se apague la luz | Relato [Spa/Eng]

¡Ah, si no fuera por Magda!

La joven Magda estaba a cargo como guía de la excursión a la montaña embrujada. A pesar de su aspecto delicado, frágil y el tartamudeo al hablar, era gran conocedora de la zona y además dominaba ciertos mantras y oraciones que podían brindar protección en momentos de peligro; además de ser la encargada de mantener encendido el fuego protector.

Antes de salir se nos había dado indicaciones puntuales para evitar ser cazados por los espectros que habitaban esa zona. Caminar siempre en grupo, manteniendo el silencio y nunca, pero nunca, apartarse de la luz que sostendría Magda en sus manos.

Parecía como un aterrador retiro espiritual, donde solo los sobrevivientes alcanzarían un estado profundo de conexión con el universo, como el Nirvana, si lograban atravesar el bosque durante la noche y ver la alborada desde la cima de la montaña.

Era como un ritual de temporada, de donde pocos regresaban y podían contar lo vivido en esas tierras malditas; y quienes no se aventuraban a vivir la experiencia eran vistos como cobardes e indignos de permanecer en el pueblo.

Mi hermana y yo, amantes de lo sobrenatural y paranormal, habíamos ido de visita al pueblo y nos habíamos empapado de toda la información necesaria para sobrevivir a la aventura, con recomendaciones y anécdotas contadas de primera mano por los autodenominados sobrevivientes.

Solo debíamos esperar la noche del novilunio para conocer a Magda, quien nos prepararía y nos dejaría aptos para el desafío.

No fue nada del otro mundo como mi especulativa mente imaginaba. Solo un baño de hierbas amargas en un estanque natural en el patio de la casa de Magda, unos ramazos lacerantes con pringamosas en nuestros cuerpos desnudos y luego frotados con una especie de yodo, barro y sal; y finalmente acostarnos a la intemperie únicamente envueltos en unas vendas cual si fuéramos momias, y ya. Estábamos listos para comenzar la travesía al caer la media noche.

Casi no pudimos dormir por el frío, pero cuando ya estábamos conciliando el sueño, escuchamos la entrecortada y repetitiva voz de Magda que nos decía: “lelelevántence, queque es hora dede papartir”.

Nos quitamos nuestras vendas y nos vestimos para unirnos al resto de los exploradores. Las marcas en nuestros brazos, piernas y espalda aún supuraban un líquido rosado mezcla de agua y sangre.

Magda encendió la lámpara y comenzó la caminata a través de la espesura del bosque en la noche más oscura del año. A lo lejos se escuchaban murmullos y risillas suaves mientras nosotros caminábamos en el más profundo silencio. Quien nos viera pensaría que éramos una procesión de almas en pena.

Nos habíamos tomado de la mano, tratando de no romper la cadena y mantenernos dentro del escaso rango de luz que emitía la lámpara; pero, de vez en cuando me veía obligado a soltarme para rascarme las heridas que cada vez me picaban más; y no era el único que lo hacía.

En una de esas oportunidades en que me solté de la cadena humana, cuando intenté tomar nuevamente de la mano a la persona que me precedía, este ya no estaba. Había tropezado y caído fuera del rango de luz y nadie había sabido más de él. Los murmullos y risillas se hacían más fuertes, pero nadie se atrevía a hablar, solo seguíamos en la procesión.

Me aferré con fuerza a la mano de mi hermana con temor a perderla, al punto de casi lastimarla con mi apretón, y continué la marcha.

La noche se hacía interminable, cada segundo y cada paso era como el transitar de leguas en un tiempo indefinido; y cada vez éramos menos los que continuábamos el ascenso.

Después de mucho caminar, cuando todos estábamos extenuados, Magda se detuvo y se dio la vuelta para observar su rebaño; se veía orgullo en su mirada y se sentía un halo maternal y protector.

Yo la observé con embeleso y -no lo voy a negar- hasta con deseo; creo que todos la veíamos así, incluso mi hermana. No me había dado cuenta antes de lo hermosa, atractiva y seductora que era, y no podía quitar mis ojos de encima de ella, a pesar de que sombras informes comenzaban a arremolinarse a nuestro alrededor en los linderos de la luz.

Magada soltó su larga cabellera, levantó su vista al cielo y dijo: “ya viviene el aaamanecer, los que ahora quequedan son dididignos hijos del lulucero de la mamañana”; desabrochó su túnica y sus hermosos senos quedaron al viento, y lentamente su perfecto cuerpo de diosa fue quedando completamente al descubierto. Fue un momento mágico, de tal excitación y euforia colectiva que todos comenzamos a desnudarnos; podía decirse que habíamos alcanzado el propio Nirvana.

Entonces Magda, apagó la lámpara, y los murmullos y risillas se hicieron infinitos.

LA FOGATA: Concurso de literatura creativa. Edición # 5

La idea es que nos inspiremos en una imagen [foto creada por @alicia2022 con AI] para hacer un relato corto de entre 200 y 1.000 palabras, en idioma español o bilingüe, pero uno de los idiomas debe ser español.

Se podrá concursar en los géneros literarios Misterio/Policíaco, Fantasía/Ciencia Ficción y Terror con solo un relato por cada autor.

Oh... if it weren't for Magda.

Young Magda was in charge as guide of the excursion to the haunted mountain. In spite of her delicate and fragile appearance and her stuttering when speaking, she was very knowledgeable about the area and she also had mastered certain mantras and prayers that could provide protection in times of danger; besides being in charge of keeping the protective fire lit.

Before leaving, we had been given specific indications to avoid being hunted by the specters that inhabited that area. Always walk in a group, maintaining silence and never, but never, turn away from the light that Magda would hold in her hands.

It was almost like a terrifying spiritual retreat, where only the survivors would reach a deep state of connection with the universe, like Nirvana, if they managed to cross the forest during the night and see the dawn from the top of the mountain.

It was like a seasonal ritual, from which few returned and could tell what they had experienced in those cursed lands; and those who did not venture to live the experience were seen as cowards and unworthy of remaining in the village.

My sister and I, lovers of the supernatural and paranormal, had visited the town and had soaked up all the information necessary to survive the adventure, with recommendations and anecdotes told first hand by the self-styled survivors.

We only had to wait for the night of the new moon to meet Magda, who would prepare us and make us fit for the challenge.

It was no big deal as my speculative mind imagined. Just a bath of bitter herbs in a natural pond in the courtyard of Magda's house, a few lacerating sprigs of pringamosas on our naked bodies and then rubbed with a kind of iodine, mud and salt; and finally we lay down in the open air wrapped only in bandages as if we were mummies, and that was it. We were ready to begin the journey at midnight.

We could hardly sleep because of the cold, but just as we were falling asleep, we heard Magda's choppy and repetitive voice saying: "get up, it's time to go ".

We took off our bandages and got dressed to join the rest of the explorers. The marks on our arms, legs and back were still oozing a pink liquid mixture of water and blood.

Magda lit the lamp and began the walk through the thick forest on the darkest night of the year. In the distance murmurs and soft chuckles could be heard as we walked in the deepest silence. Anyone who saw us would think we were a procession of grieving souls.

We had been holding hands, trying not to break the chain and keep within the scarce range of light emitted by the lamp; but, from time to time I was forced to let go to scratch my wounds that were itching more and more; and I was not the only one who did it.

On one of those occasions when I let go of the human chain, when I tried to take the person before me by the hand again, he was no longer there. He had stumbled and fallen out of light range and no one had heard from him again. The murmurs and giggles grew louder, but no one dared to speak, we just continued in the procession.

I clung tightly to my sister's hand in fear of losing it, to the point of almost hurting her with my grip, and continued the march.

The night became interminable, every second and every step was like the passing of leagues in an indefinite time; and there were fewer and fewer of us who continued the ascent.

After a long walk, when we were all exhausted, Magda stopped and turned around to look at her herd, pride was visible in her eyes and there was a maternal and protective halo.

I watched her with rapture and, I won't deny it, even with desire; I think we all saw her that way, even my sister. I hadn't realized before how beautiful, attractive and seductive she was, and I couldn't take my eyes off her, even though shapeless shadows began to swirl around us at the edges of the light.

Magada let down her long hair, raised her eyes to the sky and said: "The dawn is coming, those who now remain are worthy children of the morning star"; she unbuttoned her tunic and her beautiful breasts were left to the wind, and slowly her perfect goddess body was completely exposed. It was a magical moment, of such excitement and collective euphoria that we all began to undress; it could be said that we had reached Nirvana itself.

Then Magda, turned off the lamp, and the murmurs and giggles became endless.

LA FOGATA: Creative Literature Contest. Edition # 5

The idea is to be inspired by an image to make a short story of between 200 and 1.000 words, in Spanish or bilingual, but one of the languages must be Spanish.

The literary genres Mystery/Police, Fantasy/Science Fiction and Horror may be entered with only one story per author.