Sentado en la oscuridad rememoró el instante, revivió la escena de unas horas antes: unos pasos más y estaría en la cima, unos pasos más y recibiría ese premio preciado por el que había cultivado enormes ojeras, por el que hizo tantos sacrificios, por el que hizo tantas cosas que detestaba hacer. Sus padres lo observaban llenos de orgullo, llenos de sueños, con los ojos nublados por las lágrimas y rebosando satisfacción.

Pensaba en que ahora podría dejar atrás las frustraciones acumuladas, podría dejar atrás todo y empezar de nuevo. Ya había llenado todas las espectativas (al menos eso esperaba), para eso se había esforzado tanto.

A su mente vino el vértigo del momento, escuchó nuevamente su nombre sonar a través de los altavoces; le temblaba el cuerpo, tenía miedo de equivocarse, de dar un paso en falso. Tuvo que repetirse a si mismo que se habían acabado las pruebas, que incluso caerse en ese momento, no le arrebataría este premio; que nadie podía quitarle esto.

Tomó su premio y miró hacia atrás, miró las caras de sus compañeros. Todos habían recuperado sus buenas caras, ya no tenían en ellos las sombras que los hacían parecer un ejército de zombies, esos que parecian muertos vivientes durante las últimas tutorías y en los días previos a las decisiones de su jurado de tesis. Se preguntó si sus caminos volverían a cruzarse, se preguntó por primera vez: ¿Ahora qué? Y volvió a su lugar.

Disfrutó del subidón del evento, de la fiesta que vino después y se perdió en aquello. Pero ya se había sembrado la semilla de la duda con aquella pregunta; ya había tomado el veneno y se expandía silencioso por su cuerpo... Más temprano que tarde alguien más le haría aquella pregunta y no podría evadirla; no podría evadirse. Y por eso estaba allí, sentado en la oscuridad de su cuarto, mirando el papel por el que tanto había luchado, enfrentando a sus demonios con un pie en oscuridad de las dudas. No sabía que seguía ahora y por primera vez en su vida el siguiente paso era solo suyo, si se equivocaba no habría dónde esconderse.

Dicen que cada cabeza es un mundo, pues con esta serie exploraremos algunos mundos, echando un vistazo a los pensamientos y reflexiones la azar de algunos personajes.

Mañana de vuelta al trabajo, pero me he esforzado por traerles este corto relato; la verdad es que intento sobreponerme a los obstáculos y retomar mis espacios.

Todas las imágenes son de mi propiedad, tomadas con teléfono redmi 9a y editadas en Snapseed. He tenido que bajarles la calidad para poderlas subir usando los datos móviles ya que el servicio funciona fatal.