Federico García Lorca, el duende de la poesía hispana

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El 5 de junio de 1898 nació en Granada, ese andaluz universal que fue Federico García Lorca, uno de los más grandes poetas españoles, perteneciente a la llamada "Generación del 27", la definitiva introductora de la poesía española en las corrientes renovadoras del siglo XX, y de la que formaron parte escritores de alta talla, como Rafael Alberti, Luis Cernuda, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego.


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Federico García Lorca en 1925, en foto de Buñuel Fuente


García Lorca, siendo ese vital e intenso poeta cuyas muestras indelebles son su Romancero gitano (1928), Poeta en Nueva York (1930) y Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935), por solo nombrar tres, fue también un dramaturgo (al igual que director y actor teatral), creador de obras teatrales puestas en escena innumerables veces (varias llevadas al cine, por cierto) como Bodas de sangre (1930), Yerma (1934) y La casa de Bernalda Alba (1936).

Hay dos textos de conferencias pronunciadas por García Lorca que son de sumo interés, y quizás no muy conocidos entre los que frecuentan esta plataforma. Esta vez me detendré en uno de ellos, de agradable, lúdica y lúcida exposición: "Teoría y juego del duende. Se trata de una conferencia ofrecida en Buenos Aires (Argentina) en 1933. La tomo por las revelaciones que contiene acerca de la concepción de la creación que tenía García Lorca. Resaltaré aquí algunos fragmentos.


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Dibujo de García Lorca Fuente


(se) oye decir con frecuencia: "Esto tiene mucho duende"
(…) La vieja bailarina gitana La Malena exclamó un día oyendo tocar a Brailowsky un fragmento de Bach: “¡Olé! ¡Eso tiene duende!
(…)Y Manuel Torre, el hombre de mayor cultura en la sangre que he conocido, dijo, escuchando al propio Falla su Nocturno del Generalife, esta espléndida frase: "Todo lo que tiene sonidos negros tiene duende".
Estos sonidos negros son el misterio, las raíces que se clavan en el limo que todos conocemos, que todos ignoramos, pero de donde nos llega lo que es sustancial en el arte.

Por ahí comienza García Lorca a rescatar y realzar esa expresión tomándola de la tradición taurina y del flamenco, de indesligable origen gitano, como a él le gustaba resaltar. Y más adelante:

Sonidos negros dijo el hombre popular de España y coincidió con Goethe, que hace la definición del duende al hablar de Paganini, diciendo: "Poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica".
Así, pues, el duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar. Yo he oído decir a un viejo maestro guitarrista: "El duende no está en la garganta; el duende sube por dentro desde la planta de los pies". Es decir, no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de creación en acto.
Este "poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica" es, en suma, el espíritu de la tierra, el mismo duende que abrazó el corazón de Nietzsche, que lo buscaba en sus formas exteriores sobre el puente Rialto o en la música de Bizet, sin encontrarlo y sin saber que el duende que él perseguía había saltado de los misteriosos griegos a las bailarinas de Cádiz (…).

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Dibujo de García Lorca Fuente

García Lorca, haciendo uso de su emoción y verbo sorprendentes, se acerca a "definir" el duende y lo entiende como expresión raigal, telúrica ("espíritu de la tierra"), y esto lo ubica en relación mítica con el cuerpo. No por casualidad trata de visualizarlo a través del acto del toreo y de la danza de la "bailaora" del flamenco, como lo destaca en su conferencia.

Todo hombre, todo artista llamará Nietzsche, cada escala que sube en la torre de su perfección es a costa de la lucha que sostiene con un duende (…)

La relación con el duende (que es interior, desde adentro) es conflictiva, pasional. Por eso, el psicólogo jungiano Rafael López-Pedraza insiste en destacar la asociación que hace García Lorca con el demon socrático (el demonio traducido a nuestra lengua, pero lejos de toda relación con lo diabólico, tal como se entiende comúnmente), en tanto expresión del ser interior no adocenado, domesticado, en "dinamismo psíquico", aunque sea lento y acompasado, como en el toreo y el baile gitano. De allí la asociación del duende con el temple, ese estado de fuerza interior y a la vez de flexibilidad, de soltura exterior.

Todas las artes son capaces de duende, pero donde encuentra más campo, como es natural, es en la música, en la danza y en la poesía hablada, ya que estas necesitan un cuerpo vivo que interprete, porque son formas que nacen y mueren de modo perpetuo y alzan sus contornos sobre un presente exacto.

La virtud mágica del poema consiste en estar siempre enduendado para bautizar con agua oscura a todos los que lo miran, porque con duende es más fácil amar, comprender, y es seguro ser amado, ser comprendido, y esta lucha por la expresión y por la comunicación de la expresión adquiere a veces, en poesía, caracteres mortales.


Referencias:

García Lorca, Federico (1998). Teoría y juego del duende. Caracas: Ediciones Caezar (UCV).
López-Pedraza, Rafael (1987). Ansiedad cultural. Caracas: Psicología Arquetipal.


Gracias por su lectura.


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3 comments
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¡Guau! Está muy bueno este estudio arquetipal y de los constructos del imaginario colectivo tan peculiares en ese "espíritu oculto de la dolorida España" de Lorca. Las investigaciones a este nivel siempre me dejan buen sabor de boca. Gracias por compartir el material.

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