Relato: Un rudo comienzo de año

Nota de la autora: El siguiente relato está basado en una experiencia reciente que he tenido desde hace dos semanas (y en cierto modo aún estoy en ello) con mi madre. En el transcurso de la siguiente semana la deben de operar de sus piedras en la vesícula (o eso aseguraron los médicos apenas el día de ayer); he ahí la razón de que probablemente no publique con tanta frecuencia de momento.

¡Saludos y feliz Año Nuevo!

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Fuente de la imagen: Pexels

Ir y venir, ir y venir. Martha Videgaray se la pasaba de un lado a otro, del hospital público a la delegación, de la desesperación a la esperanza, del alivio a la frustración.

Lo que se suponía una Navidad tranquila se transformó en locura, en caos, en desconcierto, en desesperación. Su madre, Elia, empezó a vomitar, a defecar flema, a ponerse amarillenta; el temor de una potencial hepatitis puso a la familia en vilo, y si bien al final descubrieron que se trataba de una piedra en un conducto que conecta al hígado con el estómago, o con la vesícula, eso solo significaba el inicio de un proceso bastante complicado.

El médico señaló con cierta urgencia que Elia debía ser operada de inmediato, de lo contrario traería serias complicaciones. Como primer paso, el médico pidió que le hicieran unos estudios subrogados, es decir, estudios en otra institución con la que el hospital tenía convenios.

Pero había un inconveniente: La institución no tenía presupuesto. Y suponiendo que no estuvieran muy caros, no se podía hacer los estudios por iniciativa propia dado que, por políticas de la seguridad social, solo aceptarían los estudios realizados en sus cuatro paredes o en aquellas instituciones con las que tenían contrato de subcontratación.

Al comentárselo al médico, éste le dijo que hablara con el subdirector para ver qué se podía hacer; si él no lograba resolver la cuestión, entonces debía trasladarse a ver al subdelegado. Y si ninguno de los dos le hacía caso, entonces que ingresara a su madre al hospital para que se le hiciera la valoración pre-operatoria.

Martha hizo lo que el médico le sugería, esperanzada de que finalmente su madre quede operada.

Viaje infructuoso, dinero malgastado.

Tres horas después, ella y su familia estaba en la sala de admisión hospitalaria, esperando a que se desocupe una cama.

Burocracia... Maldita burocracia, pensó mientras esperaba a que la subdirección del hospital le entregara el formato de ingreso con el justificante para que pueda continuar con el proceso de hospitalización.

Luego de otras dos horas de espera, finalmente lograron un lugar en el hospital. En el pabellón que había sido designada, Elia responde a todas las preguntas realizadas por la enfermera y otros médicos. Martha, presente como testigo, la ayuda a recordar algunos datos que se le escapaban a su madre.

¡Qué inicio de año tan rudo!, pensó mientras se despedía de su madre.



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