Relato: El nuevo destino de Güzelay

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Güzelay y la Madre Emperatriz

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Fuente de la imagen: Pexels

Silencio. Eso era lo único que Güzelay podía escuchar mientras recorría los amplios pasillos del palacio de Las Apactrias. Un silencio incómodo, pero aterrador. Hace unos momentos, la Madre Emperatriz había anunciado que la joven terrícola pasaba a ser propiedad del general Adelbarae Borg, uno de los hombres más poderosos, crueles y temidos del imperio de los Cinco Planetas.

No necesitó saber las razones de semejante decisión. Tenía razón de decir que la estaban castigando de una forma cruel por defenderse de un hombre que ha causado mucho daño a otras mujeres que no gozaban de la simpatía de la princesa Oranna, a quien la Emperatriz consideraba la más estúpida de sus nietos y que no sufriría consecuencia alguna más allá de la muerte de su favorito.

Debo escapar, pensó mientras se acercaba a la salida del palacio. Debo marcharme ahora que tengo la oportunidad...

"Concubina Güzelay", escuchó que la llamaran.

Volviéndose hacia su interlocutor, un hombre de cabellera castaña ataviado con una armadura parecida al del general Borg, Güzelay lo saludó y le preguntó qué hacía en el palacio.

Ik'r Zorg, quien fuera la mano derecha del general Borg, le respondió: "El general me ordenó que la escolte hacia los cuarteles del ejército".

"Déjeme al menos despedirme de Aghar", replicó Güzelay con tristeza.

"¿Despedirse?", inquirió el capitán, confundido. "¿Ella no le acompañará?"

Negando con la cabeza, Güzelay comentó: "La Madre Emperatriz me regaló como esclava al general".

"Esclava... ¿O sea que la Madre Emperatriz siempre se decidió a castigarla por matar a ese bastardo a pesar de que se demostró que fue en defensa propia?".

Güzelay solo pudo asentir en silencio. Indignado, Zorg le preguntó: "¿Y qué pasará con Aghar?"

Con voz quebrada, Güzelay confesó que desconocía cuál sería el destino de su amiga y confidente; había rogado a la Madre Emperatriz que al menos la liberara de su condición de doncella y esclava, dado que temía por su seguridad. Sin embargo, la única respuesta que recibió era que todavía estaba pensando qué hacer con ella. Zorg, al escuchar esas palabras, exclamó con rabia: "¡Me cago en los muertos de esa maldita vieja!"

Mordiéndose el labio inferior, Zorg pensó con detenimiento qué hacer. No podía negarle a Güzelay el anhelo de despedirse de todas aquellas personas que, durante su cautiverio como concubina imperial, le habían brindado su amistad. Sin embargo, existía la probabilidad de que a esas alturas del partido exista una orden estricta de no dejarla entrar más al Palacio de los Suspiros.

"Podríamos intentar infiltrarnos en el Palacio, y buscar a Aghar y a las Altas Concubinas", dijo de repente. "O quizás pedir un par de favores a algunos sirvientes amigos míos que les lleve el mensaje. Encontraré el modo".

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"¡¿Qué ella hizo qué?!", exclamó Deepika Devi, estupefacta, luego de que Güzelay le refiriera todo lo relacionado con su reunión con la Madre Emperatriz. Las otras concubinas, quienes se habían acercado a Güzelay para preguntar qué había pasado, murmuraron entre sí, consternadas.

"De todo lo que se esperaba, nunca me imaginé que te entregara al mismísimo Carnicero de Neptuno", dijo Aghar, con la mirada llena de estupor.

"¿Y qué pasará con Aghar?, ¿vendrá contigo?", inquirió una concubina.

"No lo sé", respondió Güzelay. "Todavía está considerando qué hacer con ella".

"No dudo que me enviará a los prostíbulos de algún noble", replicó Aghar con ironía.

"¡Por Dios, no digas eso!", exclamó una doncella.

"Enfrentémoslo. En este jodido lugar, defenderse de un mal parido como Creonte es un pecado para estos miserables", comentó Ji-won con rabia. "No me sorprendería que esa maldita vieja le tenga un cariño retorcido a esa estúpida de Oranna, y que esta sea la forma de consolarla luego de perder a su favorito".

Mientras las concubinas discutían sobre el proceder de la Madre Emperatriz, Zorg vigilaba la entrada del pasadizo secreto, listo para emprender la huida en cualquier momento. De repente, una de las puertas se abrió; una sirvienta advirtió que la Madre Emperatriz y sus doncellas habían llegado a palacio. Al escuchar aquello, Güzelay procedió a despedirse de sus amigas, en especial de Aghar, Deepika, Ji-won y Makeba.

Antes de emprender la huida, Deepika le entregó una daga y le dijo: "Por si lo intenta".



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