La siesta / Snap

Por dónde estará la salida, siento que solo estoy dando vueltas, ya van dos veces que veo ese letrero.

Los pasillos del edificio no se veían de ningún modo diferentes a los de los otros hospitales, de no ser claro por qué este tenía un área con paredes de cantera y unos hermosos vitrales. El perro en uno de esos vitrales parecía como si me siguiera con la mirada, su amo a un lado de el miraba al cielo como si buscará fruta entre los árboles o algo así. Supongo que era de una epoca lejana en tiempos de gran miseria, pues solo vestía lo que parecía una gran bata, unas sandalias improvisadas y un cinturón de fibras vegetales como los de la lichiguilla. Su mirada era noble, pero se notaba el hambre en su delgado rostro.

No quería, tengo que admitirlo, pero al fin me desidí a entrar por esa gran puerta de madera tallada, cedro creo yo. En el momento que entre sentí como si mi mochila pensara menos, algo relacionado con la presión admosferics de los lugares con techo alto supongo. Estaba tan cansado. Por suerte había una cama y una manta tan suave y blanca que contrastaba con el ambiente un poco oscuro para mí gusto. Justo al centro de la habitación había un caminito con arreglos florales blancos y follaje verde. Cómo sea, como no había nadie decidí tomar una siesta antes de buscar la salida, total si me regañan, como dice mi madre, lo descansado nadie me lo quita.

El sueño me venció. Creo que solo había dormido una hora y ya me sentía recuperado, el dolor al fin se había ido y un hermoso olor a hierbas e incienso inundaba el ambiente. En eso sentí que la cama se movió. Obvio no, seguramente alguien la movía, pero no quise destaparme para que no me descubrieran. Pero como le iba a hacer para mantenerme inmóvil con lo ansioso que soy. Fue entonces cuando tuve una grandiosa idea, voy a ponerme los audífonos con suspensión de ruido, ya que todos se vayan, me vuelvo a vestir y salgo a toda prisa. Era extraño, alcanzaba a oir como que alguien lloraba muy despacito y el murmullo de mucha gente me empezó a poner nervioso. Cálmate! me dije a mi mismo, si no te van a descubrir. Me puse los audífonos y me quedé dormido al instante.

Queridos hermanos, estamos aquí reunidos para despedir....

Where's the exit? I feel like I'm just going around in circles; I've seen that sign twice now.

The building's hallways didn't look any different from those of other hospitals, except for the fact that this one had an area with quarry stone walls and beautiful stained-glass windows. The dog in one of those windows seemed to be following me with its eyes, while its owner, beside it, gazed up at the sky as if searching for fruit among the trees or something. I suppose he was from a distant era, a time of great poverty, because it was only wearing what looked like a long gown, makeshift sandals, and a belt made of plant fibers like those worn by the lichiguilla plant. Its gaze was kind, but hunger was evident on its thin face.

I didn't want to, I have to admit, but I finally decided to go through that large, carved wooden door—cedar, I think. The moment I stepped inside, I felt like my backpack felt less heavy, something to do with the atmospheric pressure in places with high ceilings, I suppose. I was so tired. Luckily, there was a bed and a blanket so soft and white that it contrasted with the room, which was a bit dark for my taste. Right in the center of the room was a little path with white floral arrangements and green foliage. Anyway, since no one was around, I decided to take a nap before looking for the exit. After all, if I get in trouble, as my mother says, no one can take away what I've rested.

Sleep overtook me. I think I'd only slept for an hour and I already felt recovered; the pain was finally gone, and a beautiful scent of herbs and incense filled the air. Then I felt the bed move. Of course not; someone was probably moving it, but I didn't want to uncover myself so they wouldn't discover me. But how was I going to stay still?, how anxious I am? That's when I had a brilliant idea: I'll put on my noise-canceling headphones, and as soon as everyone leaves, I'll get dressed again and rush out. It was strange; I could just make out what sounded like someone crying very softly, and the murmur of many people started to make me nervous. "Calm down!" I told myself, "or they'll find out." I put on my headphones and fell asleep instantly.

Dear brothers and sisters, we are gathered here to say goodbye...