El armario vacío (Relato corto)
El armario vacío
Desde que mi padre murió y mi madre se puso a vivir con su nueva pareja,Julián, me fui a vivir con mi abuela. Como era muy pequeña,tenía unos 7 años, mi madre intentó que me quedara con ella en casa, pero yo lloraba tanto que no tuvo más remedio que aceptar mi mudanza a casa de mi abuela materna. Yo solo volvía a mi antigua casa, para eventos especiales y por pocos días.
=xoXox=
Las veces que estaba con mi mamá y su pareja, dormía con ellos. La casa era muy pequeña: tenía una sala, cocina, el baño y una sola habitación. En la habitación había una sola cama, una mesa de noche y un armario. Todas las veces que me quedé, me levantaba llorando y gritando. Mi madre se despertaba sobresaltada, me abrazaba para que me calmara, pero yo siempre le señalaba el armario. Ella se levantaba y lo abría, y me hacía ver lo que había adentro:=xoXox=
Yo guardaba silencio cuando mi madre le decía a sus amigas y a mi abuela que seguramente el espíritu de mi padre rondaba todavía por la casa, que tal vez la persona que yo sentía que me tapaba la boca por las noches era la sombra de mi padre muerto. Aun así, mi madre me obligaba a pasar unos días con ella, cada cierto tiempo, sin importar que yo me despertara nerviosa, muerta de pánico, señalando el armario.=xoXox=
Un día vi que mi madre llegó llorando a casa de mi abuela y habló con ella, mientras yo jugaba con mis muñecas. Como siempre, me puse a llorar cuando mi abuela me dijo que mi madre me llevaría a su casa. A pesar de mi llanto, mi madre casi me arrastró a la fuerza. Cuando llegué, noté que la casa estaba silenciosa, diferente. Al entrar a la habitación, me di cuenta que el armario estaba vacío. Mi madre vio mi sorpresa y me dijo con tristeza:
Las veces que estaba con mi mamá y su pareja, dormía con ellos. La casa era muy pequeña: tenía una sala, cocina, el baño y una sola habitación. En la habitación había una sola cama, una mesa de noche y un armario. Todas las veces que me quedé, me levantaba llorando y gritando. Mi madre se despertaba sobresaltada, me abrazaba para que me calmara, pero yo siempre le señalaba el armario. Ella se levantaba y lo abría, y me hacía ver lo que había adentro:
_Mira. Lo único que hay es la ropa de Julián -mostraba la ropa de su nueva pareja.
Yo guardaba silencio cuando mi madre le decía a sus amigas y a mi abuela que seguramente el espíritu de mi padre rondaba todavía por la casa, que tal vez la persona que yo sentía que me tapaba la boca por las noches era la sombra de mi padre muerto. Aun así, mi madre me obligaba a pasar unos días con ella, cada cierto tiempo, sin importar que yo me despertara nerviosa, muerta de pánico, señalando el armario.
Un día vi que mi madre llegó llorando a casa de mi abuela y habló con ella, mientras yo jugaba con mis muñecas. Como siempre, me puse a llorar cuando mi abuela me dijo que mi madre me llevaría a su casa. A pesar de mi llanto, mi madre casi me arrastró a la fuerza. Cuando llegué, noté que la casa estaba silenciosa, diferente. Al entrar a la habitación, me di cuenta que el armario estaba vacío. Mi madre vio mi sorpresa y me dijo con tristeza:
_Julián se ha marchado, se ha ido.
Desde ese día, más nunca tuve la necesidad de gritar y llorar por las noches.
HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS
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Un relato de aguda tensión, con un cierto sesgo de ambigüedad que lo hace oscilar entre el agobio por la muerte y el posible acoso infantil. Saludos, @nancybriti1.
Hay siempre la duda en el horror, la ambigüedad cubre el abuso. Inmensamente agradecida por el apoyo, amigos. Mil veces gracias
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Feliz y agradecida por vuestro apoyo. Abrazos y saludos
Al inicio pensé que era una historia de fantasmas pero el final me hizo ver qué no lo que nos genera mayor miedo y daño son las personas vivas.
Excelente historia.
Resumiste perfectamente el pensamiento: no es el infierno el que está lleno de gente malvada, es este mundo. Gracias por tu lectura y comentario!
wow... deja mucho que pensar el relato. No se si tomarlo por la parte fantasiosa y sobrenatural, o por la parte del acoso infantil. Me inclinaría a la segunda...
Estás en lo cierto. Que se escuche en el mundo que con los niños no se metan. Saludos