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Usted, mi impronta primigenia, excelsa y distinguida, que invadió con astuta habilidad, todas mis células desde sus raíces. Segundo a segundo, me alimentó con celo, liberando su poderosa energía y luz divina, asaltando con riqueza y valía todas mis fibras. Siempre noble y virtuosa, lactando con destreza y asiduidad, invaluables enseñanzas de vida, haciendo vibrar y trepidar su incansable y genuina feminidad, en su voz propia y andar majestuoso.

Usted, con sabiduría y paciencia, arraigó con sortilegio, los más corpulentos quereres, emergentes atributos de su corazón. Sus efluvios de dulzura y ternura, me impregnaron y sedujeron con aromas de bondad. La magia llegó a mí, a través de sus rúbricas, sus cuidados mimosos sembraron su sempiterna esencia, colmada de suculentos matices, voces de su legitimidad, sin dilapidar ni menoscabar en mí, la fidelidad a mi autenticidad. Siempre guía, siempre amiga, presente en mí caminar, dando gama y esmalte a mis paisajes, a mi identidad.

Usted, alma de mujer, altiva y decidida, emergió en la complejidad y azares de su tiempo, asumiendo como las flores silvestres, los embates del calor, el viento y la lluvia. Sin embargo, en su cosmogonía existencial, solo hubo espacio para liberar amor, mucho amor.

Usted, usurpa con deleite mi ser. Sus evocaciones se alebrestan y encabritan en reyerta, bullicios del ayer me interpelan y me acorralan, en un embrujo de antojos. Me envuelven sus dulces melodías, como caricias que cautivan. Sus aromas asedian mis sentidos, su historia de probidad, hace protagonismo, rastro de sus desvelos y triunfos.

Con estas grafías, expreso mi nostalgia. Mis lágrimas fluyen y empañan estas prosas. No hay olvido, ni fronteras, solo un tiempo sin horas, que me hace inseparable, de mis mixturas afectivas. Amasijos del sentir que centellean, en noches de cielo perlado, anhelando los deseos del espíritu.

Para Usted, mamá.

¡Gracias por darme la Vida! ¡Siempre presente, madre!

You, my primordial, sublime, and distinguished imprint, who invaded with shrewd skill, all my cells from their roots. Second by second you nourished me with zeal, releasing your powerful energy and divine light, assaulting me with richness and worth all my fibers. Always noble and virtuous, nursing with skill and assiduity, invaluable life teachings, vibrating and trembling her untiring and genuine femininity, in her voice and majestic gait.

You, with wisdom and patience, rooted with sorcery, the most corpulent loves, emerging attributes of your heart. Your effluvia of sweetness and tenderness, impregnated and seduced me with aromas of goodness. The magic came to me, through your rubrics, your pampering care sowed your everlasting essence, full of succulent nuances, voices of your legitimacy, without dilapidating or undermining in me, the fidelity to my authenticity. Always a guide, always a friend, present in my walk, giving range and glaze to my landscapes, to my identity.

You, woman's soul, haughty and determined, emerged in the complexity and vagaries of your time and assumed, like wildflowers, the onslaught of heat, wind, and rain. However, in your existential cosmogony, you only had room to release love, lots of love.

You usurp my being with delight, your evocations rise and rage in a brawl, bustles of yesterday question me and corner me, in a spell of cravings. Their sweet melodies envelop me, like caresses that captivate. Its aromas besiege my senses, its history of probity, makes protagonism, the trace of its sleeplessness and triumphs.

With these writings, I express my nostalgia. My tears flow and tarnish this prose. There is no oblivion, no borders, only a time without hours, which makes me inseparable, from my affective mixtures. Masses of feeling that sparkle, in nights of pearly skies, longing for the desires of the spirit.

For you, Mom.

Thank you for giving me Life! Always present, mother!