A mí me dejas la olla.

A pesar de las vicisitudes de la vida en mi época de niño, me refiero a la escasez monetaria que mi madre tenía en esa época, a pesar de eso, como toda a madre ella siempre buscaba las maneras de poder resolver ese plato de comida en la mesa que nunca falto, y una que otras veces siempre nos complacía con un postre que me recuerda esa maravillosa vida que teníamos, y repito a pesar de las cosas no tan buenas que viví en ese barrio en Ciudad Bolívar.

Ese postre era parte de esa felicidad y esa alegría con la cual mi madre nos sorprendía un sábado en la tarde o un domingo, no había una fecha específica porque no era todo el tiempo, pero ese arroz con leche que recuerdo era algo que no tenía precio para llenar de felicidad mi vida, y cuando mi mama se ponía hacer ese delicioso postre el olor me llegaba al cerebro y mis ganas de comerlo era indescriptible asumo que eran muchos factores que aumentaban mi desesperación.

Me acuerdo de que me colocaba al lado de mi madre viendo como ello lo hacía con una gran dedicación y mis primeras palabras cuando yo sabía que estaba haciendo arroz con leche, eran, mamá, me dejas la olla, así como a mí me gusta, y describo como era, ese así como a mí me gusta.

Si alguna vez comiste arroz con leche de la olla sabrás a lo que me refiero, y era porque en la olla ella siempre dejaba que, por un lado, se quemara un poquito no sé cómo explicarlo, pero era algo así que quedaba como doradito y el saber era mucho más sabroso, no quiero decir que el resto del arroz no era sabroso, no señor todo era delicioso, pero esa parte de la olla era la tapa del frasco, eso era la gloria, para mí era la mejor parte, y eso era motivo de riñas entre hermanos, pero yo ganaba la pedía de primero, tranquilos a pesar de eso yo compartía con mi hermana así que al final a pasar de pedir de primero la olla igualmente entre los dos comíamos lo que quedaba en la olla.

Gracias a mi mama yo aprendí hacer el arroz con leche, y también algunas veces lo hago, pero mi esposa también lo sabe hacer y ella también algunas veces lo hace para complacerme con ese delicioso postre, cuando lo hago yo o cuando lo hace mi esposa yo siempre pido la olla, pero las cosas han cambiado, ahora tengo hijas y ellas la piden primero, la historia de pedir la olla se repite, entre mis dos hijas, y ellas la comparten conmigo, pero yo dejo que se la coman ellas.

Ahora en mi hogar también escucho a mis hijas decir. A mí me dejas la olla.

You leave me the pot.

Despite the vicissitudes of life during my childhood, I refer to the monetary scarcity that my mother had at that time, despite that, like any mother, she always sought ways to be able to put that plate of food on the table that never lacked, and every now and then she always pleased us with a dessert that reminds me of that wonderful life we had, and I repeat despite the not-so-good things I experienced in that neighborhood in Ciudad Bolívar.

That dessert was part of that happiness and joy with which my mother surprised us on a Saturday afternoon or a Sunday, there was no specific date because it was not all the time, but that rice pudding that I remember was something that was priceless to fill my life with happiness, and when my mom made that delicious dessert, the smell reached my brain and my desire to eat it was indescribable, assuming there were many factors that increased my desperation.

I remember standing next to my mother watching her do it with great dedication and my first words when I knew she was making rice pudding were, mom, leave me the pot, just the way I like it, and I describe how it was, that just the way I like it.

If you ever ate rice pudding from the pot, you will know what I mean, and it was because in the pot she always let it burn a little on one side, I don't know how to explain it, but it was something like that which turned golden brown and the taste was much more delicious, I don't mean that the rest of the rice wasn't tasty, no sir, everything was delicious, but that part of the pot was the lid of the jar, that was glory, for me it was the best part, and that was a reason for fights among siblings, but I won the request to serve myself first, calm down despite that I shared with my sister so in the end, even though I asked for the pot first, we both ate what was left in the pot.

Thanks to my mother, I learned to make rice pudding, and sometimes I make it, but my wife also knows how to make it and she sometimes does it to please me with that delicious dessert, when I make it or when my wife does it, I always ask for the pot, but things have changed, now I have daughters and they ask for it first, the story of asking for the pot repeats itself, between my two daughters, and they share it with me, but I let them eat it.

Now in my home I also hear my daughters say. You leave me the pot.