EL DIABLO NO DUERME

Al cielo de Israel le llegó el infierno, como al de Ucrania, como el de Hamás, el de los sirios. El diablo está revolviendo el caldo de la guerra para derramarla porque sabe que el talón de Aquiles de los que detentan el poder es la estupidez; sabe que un hombre que tiene legiones de estúpidos a su mando se mira en el espejo de su vecino y se engranda si sus fuerzas son mayores; o se david-niza si son menores e invoca a su dios para agradecer la posible derrota que infligirán al enemigo.

     El diablo sabe que el hombre nació para morir y que si muere en plena atrocidad formarán parte de su reino; por eso se vale de las debilidades de quienes detentan el poder porque la autoridad de estos sirve para destruir o para crear y escenarios bélicos solo hay destrucción.

     El diablo no duerme ni las familias que no saben si amanecerán vivas ni quienes estamos bajo el fuego de las preocupaciones por el mundo actual que pareciera estar colgado de una cuerda cada vez más frágil por tantos misiles, por tantas patadas, por tantos insultos. Pero si sólo se insultaron ellos, los mandatarios que se creen dueños del país; si tuvieran la hombría de matarse únicamente ellos, serían grandes; los pueblos los aplaudirían por la grandeza de sus cojones, por la diafanidad de las estupideces que piensan, vociferan y hacen.

     Pero estos diablos hablan en nombre de pueblos que los adversan, que los detestan; hablan en nombre de todos como si fueran nuestros dueños y encima se atreven a impulsar leyes para callarnos, para que los dejen en los tronos, para pisotear y reírse.

     Anoche los cielos estuvieron más tensos y seguirán estándolos mientras haya una cuerda de bandidos poniéndose de acuerdo para apoderase del mundo, para imponer su agenda. Estamos en una lucha decisiva, democracia versus regímenes autoritarios y hasta la pluma más neutral sabe que quedarse callada es volverse cómplice de la maldad; la pluma está llamada a ser testigo de su tiempo, a denunciar las calamidades vengan de donde vengan y golpeen a quien golpeen; de no ser así, no serán más que plumas al servicio del diablo.