A mi entender el ser humano nace con ese deseo de todo. Comenzamos por querer paz, que nos alimenten, que nos den amor. Sí, ese recién nacido ya viene con anhelos y exigencias. Para lograr ello se esfuerza por llorar y si no le paran bola, llora más duro. Esa acción la interpreto como una lucha por lo que se quiere.

En la medida que vamos creciendo nos vamos adaptando por las enseñanzas de nuestros padres. Es así que perfeccionamos la forma de solicitar las cosas y nos vamos dando cuenta que los anhelos no siempre llegan de forma inmediata. Es allí en que nos damos cuentas que los sueños son la gasolina que impulsa nuestras ambiciones y nos muestran el camino a seguir. Hay que luchar por ellos.

Seguimos en ese camino de vida y como siempre aparecen los obstáculos. Esas piedras atravesadas que hay que rodearlas o destruirlas. Ellas son nuestros miedos, nuestras inseguridades y en la mayoría de las veces esos obstáculos están en nuestras mentes. El miedo nos atrapa y nos produce indecisiones, algo perturbador que nos detiene el andar. La forma en que superemos los obstáculos (si es que los superamos), nos daremos cuenta de que estamos hechos, qué fortalezas nos cobijan. De alguna forma pienso que al principio del camino de la vida vamos con la filosofía del ensayo y error, pero sin estar conscientes. Pero cuando el miedo es en abundancia, se viene como consecuencia el fracaso. Es raro, tememos a fracasar, pero nos congelamos y no triunfamos. Un bucle devastador.

La clave para superar los miedos sería el reconocerlos para así poder enfrentarlos. Hay que conocer el enemigo para determinar sus debilidades. Muchos motivadores expresan que el fracaso no es lo opuesto al éxito, sino que es un escalón de esa escalera que nos conducirá al triunfo. Son lecciones que debemos aprender para lograr los sueños.

Los miedos nos hacen dudar de nosotros, perdemos la confianza de nada más y nada menos del ser al que más debemos confiar; nosotros, el yo. Es allí cuando debemos cultivar la autoestima y con ello ser eficaces. Siempre es bueno recordar las victorias pasadas sin importar si fueron pequeñas. Eso traerá las satisfacciones vividas y nos alimentará la confianza, apareciendo como fruto nuestro valor.

Muchas veces la postergación se vuelve en una herramienta enemiga de nuestros sueños. Es silenciosa y llega para sabotear nuestros objetivos. Dejar las cosas para después nos aleja de metas y trae como consecuencia la frustración. Hay que organizarse, ser disciplinados con nuestro tiempo.

Como regularmente el ser humano es de no estar solo, se nos puede presentar que para lograr algún sueño nos cueste mucho si no tenemos el apoyo de familiares, amigos. Diría que hasta un mentor nos ayudaría mucho. En mi caso por ser del club del Asperger se me hace difícil y busco mis sueños de una forma individual. Me ha resultado. Pero lo ideal es estar cerca de personas que compartan nuestros valores y que nos animen a seguir adelante.

Identifiquemos nuestras debilidades para así trabajar en ella. Se sabe que eso amerita un gran esfuerzo y dedicación, pero qué sabroso es cuando las metemos en el corral y nos hacemos fuertes.

Hay algo que está fuera de nosotros que nos puede limitar en el camino de nuestros sueños: las limitaciones sociales, económicas y/o culturales. Aquí es donde debemos buscar apoyo con aquellos que compartan nuestros intereses y objetivos. Tal vez tengamos que luchar para no ser del montón. Eso se hará con perseverancia, una virtud importante para la realización de nuestros objetivos. La resiliencia se alimenta de los desafíos superados.

En el viaje hacia nuestros sueños, cada tropiezo, cada victoria, es una parte integral de la odisea que es la vida. Por mi parte, divido mis sueños en objetivos pequeños y que pueda manejar fácilmente. Una vez hecho eso, defino los pasos necesarios como la documentación o instrucción, me rodeo de personas positivas, me acerco a mentores o a personas que me inspiren. Eso lo hago cunado identifico que solo no lo podré lograr.

A estas alturas de mi vida, con unas cuantas décadas caminadas, he desarrollado una mentalidad de crecimiento, he aprendido a ver los desafíos como algo maravilloso para hacerme fuerte. Una vez superado los desafíos, los celebro, sin importar su complejidad. Eso me motiva a seguir adelante.

Todos los días hay sueños que cumplir y todos los días el universo nos regala amaneceres para cumplirlos.

Si lo puedes soñar, lo puedes cumplir. Lo sé.