La historia que les voy a relatar sucedió en la realidad hace muchos años, está inspirada en los diferentes viajes que realizó Tony por toda Venezuela por razones de trabajo y capacitación.

Cada viaje es una historia de amor bonito y no tanto.

Les invito a viajar con Tony y a dejar sus impresiones en el cajón destinado para los comentarios.

Preparen maletas que nos vamos.

_{*Jensino Birnini en Pixabay *}

Tony iba de Mérida para Caracas en un bus-cama a full aire acondicionado y totalmente oscuro.
Pensaba que colocarían una película para entretener a todos en el viaje, pero esto no sucedió.

A su lado estaba una mujer hermosa de cabello negro azabache que lo tenía con todos los sistemas de alerta encendidos; estaba totalmente inquieto.

No entendía lo que le pasaba, no podía hablarle, estaba como mudo, no le salían las palabras. Tal vez porque parecía dormida aunque él estaba seguro que estaba despierta.
Trató de calmarse y decidió cerrar los ojos. No había películas y no podía hablar con la preciosa que tenía como compañera de viaje.

En ese momento comenzó a pensar en lo que había hecho en Mérida, lo satisfecho que se sentía por el buen trabajo y por lo que había aprendido.
Llevaba nuevas ideas para la oficina que ayudarían a obtener mayores ganancias.
También pensaba en lo bonita que era la gente de Mérida, todos muy amables, serviciales, atentos.
La pasó muy bien con ellos y además la comida en el mercado municipal era buenísima. Los platos los servían como si las personas no hubiesen comido en días. Sintió que subió de peso.

Pensando en todo eso comenzó a sentir la sabrosura del sueño y decidió quitarse la chaqueta para usarla como cobija. La chaqueta era grande, por lo tanto le cubría lo suficiente y abierta podía arropar a dos personas de contextura delgada.

Sin darse cuenta, al cubrirse con la chaqueta, parte de ella cayó sobre la chica a su lado. Esto ayudo a que la dama también sintiera calorcito. Y comenzaron a pasar los minutos y el sueño lo iba cautivando.

Cuando ya estaba a un chasquido de los dedos para dormirse, sintió que le tocaron la mano izquierda; la que estaba justo al lado de la compañera de viaje.
Él no movió su mano, la transformó en una piedra para ver si volvía a sentir ese toque mágico y a su vez pensaba que fue tan tolo un tropezón de manos. Pero, la mano de la chica volvió y se quedó rozando la de él. Sentía que el corazón se le iba a salir.

La magia fue interrumpida cuando el ayudante del chofer se asomó y grito que harían un parada para estirar las piernas y comer algo.
Bajaron del bus y ella tomó dirección a los sanitarios y él como buen diente, se fue a ver que comía.

Una vez satisfecho, comenzó a dar vueltas por el sitio para indagar que había en venta para llevar a la familia y observar los alrededores. En ese momento vio a su dulcinea comprando algunos suvenires.
Quiso abordarla, pero nuevamente se sintió paralizado, no podía articular palabras ni en el pensamiento. La belleza de esa mujer lo tenía tonto.
Luego pensó que al subir al bus algo se le ocurriría, y así saldría de esa parálisis que tenía en su vocabulario y pensamiento.

Apagaron las luces y comenzó de nuevo el viaje y él se armó de valor. Volteó su mirada para buscar comunicarse con ella pero al mismo tiempo ella volteaba su cara para la ventanilla acomodándose como si fuera a dormir.

Otra vez, Tony se sintió frustrado. Pensó que el roce se manos fue un accidente y no le quedó otra que buscar posición para dormir. Pero puso su mano en el mismo sitio que antes, por si se hacia el milagro de un nuevo encuentro.

Y sucedió. Pero esta vez él salió de su atontamiento y al sentir la mano de la chica se la atrapó con delicadeza.

Esto trajo como consecuencia, unos besos apasionados y Tony pensó que era el viaje más fantástico que había tenido. No hablaban nada, solo se transmitían pasión desenfrenada.

Llegaron a Caracas en horas de la noche, y antes de bajar del bus ella le solicitó que le recomendara un sitio para quedarse hasta el día siguiente porque su viaje era por trabajo.
Él le recomendó un buen hotel en el que podía quedarse segura, e incluso se ofreció llevarla en el mismo taxi que él tomaría para su destino; ella acepto de inmediato.

Al día siguiente él despertó desorientado, no estaba seguro en donde estaba, pero eso no fue lo único; estaba solo.

Fue allí, en ese lugar y momento que se dio cuenta que había vivido una maravillosa historia de amor con una desconocida; nunca supo su nombre.