La oratoria, como arte, ha desempeñado un papel protagonico en la historia de la humanidad, sobre todo cuando el desarrollo democrático se ha consolidado, por cuanto ella ha favorecido la vivencia plena de valores y principios, de allí que los docentes, pedagogos o entrenadores de este arte tenemos un compromiso con la historia y un deber como ciudadanos, porque es mediante el uso artístico de la palabra hablada que podemos sembrar principios de convivencia, tolerancia y ética.

Sin embargo, desde el siglo XX se viene insistiendo, en palabras de Keith y Lundberg en la necesidad de "recuperar y volver a la misión cívica y humanística de la pedagogía de la oratoria”, debido que nos hemos centrado más en la tecnología de entrega y presentación, que en el fondo y las implicaciones éticas del mensaje.

De allí que estamos según Erika Bailey

En un momento en el que podemos revitalizar la oratoria ética, apasionada y bien investigada.

Porque al abundar hoy las propuestas formativas en el arte de la oratoria, estamos arando un terreno donde podemos sembrar educación cívica, de principios democraticos y de estilo humanista. Afirman Foner y Branham en su antología de African-American Speeches Lift Every Voice, que para los estadounidenses del siglo XIX,

Aprender a hablar bien era prepararse para participar en la vida cívica

Siendo así, debemos hacer que las clases de oratoria sean espacios de formación cívica, no solo para hablar con elocuencia, naturalidad y fuerza persuasiva, sino para la vivencia ética del mensaje que demos, de su objetividad cientifica, de su conciencia humanista para así recuperar el compromiso del deber ciudadano, el interes por el bien colectivo y el fortalecimiento de la tan maltratada democracia.

Reclaiming the civic mission of public speaking

Oratory, as an art, has played a leading role in the history of mankind, especially when democratic development has been consolidated, because it has favored the full experience of values and principles, hence teachers, educators or trainers of this art have a commitment to history and a duty as citizens, because it is through the artistic use of the spoken word that we can sow principles of coexistence, tolerance and ethics.

However, since the 20th century, in the words of Keith and Lundberg, the need to "recover and return to the civic and humanistic mission of public speaking pedagogy" has been insisted upon, because we have focused more on the technology of delivery and presentation than on the substance and ethical implications of the message.

Hence we are according to Erika Bailey.

At a time when we can revitalize ethical, passionate and well-researched public speaking.

Because with the abundance of training proposals in the art of public speaking, we are plowing a field where we can sow civic education, democratic principles and humanistic style. Foner and Branhamstate in their anthology of African-American Speeches Lift Every Voice, that for 19th century Americans,

To learn to speak well was to prepare for participation in civic life.

This being so, we must make public speaking classes spaces for civic training, not only to speak with eloquence, naturalness and persuasive force, but for the ethical experience of the message we give, of its scientific objectivity, of its humanistic conscience in order to recover the commitment of civic duty, the interest for the collective good and the strengthening of the much-abused democracy.

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