SUEÑOS TRUNCADOS

         Estaba concentrado en sus recuerdos mientras acariciaba con los pulgares una taza con dibujos deportivos que le habían obsequiado en su último torneo de tenis, quizás era lo último que podía conservar de aquellos tiempos donde se destacaba como el mejor tenista de la región. Muy lejos quedaron las aspiraciones de competir en los juegos nacionales y llegar a las olimpiadas.

         Alguien lo sacó de sus pensamientos al tropezar con su silla de ruedas, a la vez que le pedía una disculpa.

         — ¡Lo siento! Traté de no incomodarte pero igual lo hice, —le decía una niña de escasos 15 años que limpiaba el sitio envuelta en un uniforme de trabajo con el logo del lugar en su pecho.
         — No te preocupes, gracias por regresarme a la realidad, —le respondió Gerardo con pesar mientras la observaba fijamente— Oye, ¿No eres muy chica para trabajar? ¿Cuántos años tienes?

         La muchacha bajó el rostro como si sintiera que él dejaba al desnudo una verdad que no quería que descubrieran. Le respondió:

         — Tengo 18 recién cumplidos.
         — Mmm, pareciera que tuvieras menos, —le dijo él dibujando una sonrisa medio pícara en sus labios, y presentándose.— ¡Mucho gusto, me llamo Gerardo! ¿Cómo te llamas?

         Realmente no tenía ánimos de hablar con nadie pero por alguna razón se sintió bien al contacto con ella al punto que le sacó una sonrisa que desde hace mucho había desaparecido de su rostro.

         — Mariela, me llamo Mariela, —le respondió ella con un poco de vergüenza porque la perturbaba un poco su mirada tan fija.

         Gerardo tenía 17 años y le faltaban unos meses para terminar la preparatoria. Su sueño no era ir a la universidad sino prepararse para ser un tenista profesional pero su madre le pidió que hiciera una carrera universitaria aparte de su aspiración deportiva. El tenis lo practicaba desde que era niño, y ya tenía un record de triunfos locales y regionales, pero un accidente de auto donde perdió la vida su mejor amigo quien conducía en estado de ebriedad, le dejó sus piernas inmovilizadas, y a pesar de las operaciones y las terapias, no lograba ponerse de pie. Sus sueños quedaron truncados, y sus deseos de vivir también. Ni siquiera quiso culminar sus estudios faltando poco para graduarse, desde el momento de la tragedia se encerró en su habitación, y apenas tenía unos días asistiendo a ese centro de rehabilitación para personas con discapacidad pero en el fondo no guardaba esperanzas de recuperarse.

         Se quedó conversando un rato con Mariela, era lo único que lo hacía sentirse bien en ese lugar. Ya en su casa pensaba en el encuentro con la chica, quería regresar al centro de rehabilitación pero para verla, no por las terapias. Su familia estaba asombrada, no entendían su cambio pero aun sin saber la razón se sentían felices de su deseo de continuar yendo a terapias.

         Había transcurrido un mes, y una mañana, mientras desayunaba junto a sus padres, Gerardo le dijo a su madre que quería culminar sus estudios, pero no sabía cómo hacer. Ella le dijo que iba a indagar en el colegio y le notificaría lo que le informaran. En la tarde, cuando Gerardo llegó de la terapia, su madre le informó que sólo tenía que presentar un examen de matemáticas porque era la única materia que no había aprobado cuando se ausentó. Día a día se fue preparando para presentar su prueba, simultáneamente con sus terapias, había avanzado muchísimo, pero nadie sabía que Mariela estaba presente en las sesiones por petición de él, y la cambiaron de cargo en el centro, ya no se encargaba de asear el lugar sino que la prepararon para ser auxiliar en las terapias de los pacientes, sobre todo de Gerardo.

         Habían pasado tres meses, y una mañana, cuando ella llegó a su trabajo, él ya la esperaba en la entrada y le dijo un poco nervioso:

         — ¡Quiero darte una sorpresa, y hacerte una pregunta!
         — Si claro, ¿Qué pasó? —le respondió la chica con un poco de temor.

         Poniéndose de pie ante la mirada de asombro de ella, le dijo:

         — ¿Quieres ser mi novia?

         Ella duró inmóvil unos segundos ante la gran sorpresa, y con suavidad lo abrazó diciéndole:

         — ¡Claro que sí! Pensé que nunca me lo ibas a pedir.
         — Este logro te lo debo a ti, no sé si algún día volveré a jugar tenis pero puedo caminar y esto es suficiente para seguir adelante con… —le explicaba Gerardo, pero no pudo culminar su discurso ya que ella lo selló con un beso en sus labios que había deseado desde el día que vio aquella sonrisa dibujada en ellos.

Autora: Ana C. Rivero Foucault (Venezuela)

         Ésta es mi participación en el concurso semanal de @freewritehouse, titulado: Cuéntame una historia, en la que deben estar presentes los siguientes elementos: Una taza con dibujos deportivos, un examen de matemáticas, un uniforme de trabajo. Gracias a mi amiga @cirangela por la invitación. Me complace invitar a mis amigos @juniorgomez, @brujita18 y @popurri. Gracias a todos por visitar mi blog.

DASHED DREAMS

         He was concentrating on his memories while caressing with his thumbs a cup with sports drawings that had been given to him in his last tennis tournament, perhaps it was the last thing he could keep from those times when he stood out as the best tennis player in the region. Far away were the aspirations of competing in the national games and reaching the Olympics.

          Someone brought him out of his thoughts when he stumbled over his wheelchair and apologized.

         --- I'm sorry! I tried not to bother you, but I did it anyway," said a 15 year old girl who was cleaning the place wrapped in a work uniform with the logo of the place on her chest.
         --- Don't worry, thanks for bringing me back to reality," Gerardo replied regretfully as he stared at her, "Hey, aren't you too young to work? How old are you?

         The girl lowered her face as if she felt he was laying bare a truth he didn't want them to discover. He answered her:

         --- I'm 18 just turned 18.
         --- Mmm, you look like you're younger," he said, drawing a mischievous smile on his lips, and introducing himself, "Nice to meet you, my name is Gerardo! What's your name?

         He didn't really feel like talking to anyone but for some reason it felt good to be in contact with her to the point that he got a smile that had long since disappeared from his face.

         --- Mariela, my name is Mariela," she answered him with a little embarrassment because she was a little disturbed by his stare.

          Gerardo was 17 years old and a few months away from finishing high school. His dream was not to go to college but to prepare himself to become a professional tennis player, but his mother asked him to pursue a university career apart from his sporting aspirations. He had been playing tennis since he was a child, and already had a record of local and regional victories, but a car accident in which his best friend, who was driving drunk, lost his life, left his legs immobilized, and despite operations and therapies, he could not stand up. His dreams were cut short, and so was his desire to live. He did not even want to finish his studies, he was close to graduation, from the moment of the tragedy he locked himself in his room, and he had only been attending the rehabilitation center for people with disabilities for a few days, but deep down he had no hope of recovering.

         He stayed talking to Mariela for a while, it was the only thing that made him feel good in that place. At home he thought about the meeting with the girl, he wanted to return to the rehabilitation center but to see her, not for the therapies. His family was astonished, they did not understand his change but even without knowing the reason they were happy about his desire to continue going to therapies.

         A month had passed, and one morning, while having breakfast with his parents, Gerardo told his mother that he wanted to finish his studies, but he didn't know how to do it. She told him that she would check with the school and let him know what they told her. In the afternoon, when Gerardo came home from therapy, his mother informed him that he only had to take a math test because it was the only subject he had not passed when he was absent. Day by day he was preparing to take his test, simultaneously with his therapies, he had advanced a lot, but nobody knew that Mariela was present in the sessions at his request, and they changed her position in the center, she was no longer in charge of cleaning the place but she was prepared to be an assistant in the therapies of the patients, especially Gerardo.

          Three months had passed, and one morning, when she arrived at work, he was already waiting for her at the entrance and said to her a little nervously, "I want to give you a surprise:

         --- I want to surprise you, and ask you a question!
         --- Yes, of course, what happened? ---The girl answered him with a bit of fear.

          Standing up before her astonished look, he said to her:

         --- Will you be my girlfriend?

          She stood still for a few seconds before the great surprise, and gently hugged him saying: --- Of course I do!

         --- Of course I do! I thought you were never going to ask me.
         --- I don't know if I will ever play tennis again but I can walk and this is enough to go on with... --- Gerardo explained to her, but he couldn't finish his speech because she sealed it with a kiss on his lips that he had wanted since the day he saw that smile drawn on them.

Author: Ana C. Rivero Foucault (Venezuela)

This is my entry in the @freewritehouse weekly contest, titled: Tell me a story, in which the following items must be present: A sports picture mug, a math test, a work uniform. Thanks to my friend @cirangela for the invitation. I am pleased to invite my friends @juniorgomez, @brujita18 and @popurri. Thank you all for visiting my blog.