Una foto de mi día

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Desde que soy padre no he podido tomar jamás la siesta que solía hacer cuando soltero. Tampoco me puedo despertar a las 11am los fines de semana ni mucho menos me puedo dar el lujo de sentarme en la sala de mi casa a hacer cualquier cosa en paz por al menos treinta minutos seguidos.

De hecho, toda mi vida en estos momentos gira en torno a mis dos hijos, más que todo en José, de 5 años y el más pequeño de la familia. Desde que se despiertan nos dedicamos su mamá y yo a atenderlos. Hacerles el desayuno, bañarlos, estar detrás de ellos recogiendo y limpiando el desastre que van dejando. Hacer que hagan las tareas. Jugar con ellos y de vez en cuando, dormir en su habitación porque tienen miedo.


Tratando de cenar, con José encima mío.

En fin, una ardua tarea que, lejos de quejarme, la disfruto a diario porque sé que son momentos que no se repetirán y que luego de que ya estén grandes y se hayan ido de casa, vamos a desear fervientemente que regresen.

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Foto propia.
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