Sueño que sueño - cuento

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Los sueños son tan reales como el café que tengo en mi mano, como el calor que se eleva desde la tierra después de la lluvia. No es que yo me estoy volviendo loco, es la necesidad de encontrar a mi niño. Verá cada quien tiene su historia y yo también tengo la mía y, bueno, la mía comienza con la perdida de mi hijo. Con el prólogo de la muerte de mi esposa. Yo estoy completamente seguro que mi hijo fue secuestrado por alguien o algo. Yo no lo asesiné, yo no le hice nada malo. Entiendo que mi esposa alguna que otra vez llamó a la policía por los alborotos que yo hacía cuando llegaba borracho a casa, sé que no fui el mejor marido ni el mejor padre. Yo sé quien he sido y por las cosas que he pasado. Yo lo veía venir, algo me lo decía, no sé explicarlo, tal vez lo haya soñado antes. ¿Nunca le ha pasado? Que tiene un presentimiento de algo como si ya lo hubiese vivido, como si ese momento fue el pasado y no el presente. Ya le digo que los sueños son reales.

En la mañana llevé a mi hijo a la escuela como lo he hecho durante los últimos tres años. He comenzado a darle más confianza y a dejar que empiece a hacer cosas por sí solo, así que había hablado con él para que se viniera de clases solo. Le he estado enseñando las rutas de los autobuses desde que inició este año escolar. Quería que fue más independiente, ¿sabe? Yo solo quería… Yo le advertí, le hablé, le enseñé sobre que hacer en estos casos, él no es ningún tonto. No se iba a ir con alguien. Él no tiene vicios, ¡por Dios!, solo se la pasa jugando en la computadora como todos los niños de ahora. Es un santo, nunca ha hecho nada malo.

Sé que los primeros días son los más difíciles. Y que tengo que ser paciente. Pero también sé que si en 72 horas no aparece hay una gran probabilidad de que esté muerto. Y no quiero eso. No quiero que muera, es lo mejor de mí. Él me ha hecho mejor persona. Por él dejé de beber, por él llego temprano a casa, por él he comenzado a ser feliz.

Ayer en la tarde salí del cuarto y estaba fumándome un cigarrillo, y tuve este escalofría, ese que tienes cuando alguien te está observando, como cuando alguien te vigila desde lejos. Había un carro parado fuera de la casa. Lo vecinos me dijeron que era una visita inesperada, que no me preocupara. Pero aun así ese escalofría no se me iba. Luego salí al patio a ver las plantas. Mi esposa le gustaba sembrar flores y cosas así. Una cosa que continuamos haciendo los dos juntos. Es la única manera que me queda de demostrarle amor. Hay unos columpios que pusimos hace muchos años y que mi hijo poco usaba últimamente, pero los domingos solía estar allí sentado mientras su mamá regaba las plantas. Por un breve instante lo sentía allí, columpiándose como antes. Y en la noche, antes de irme a dormir, tuve la ilusión que al abrir la puerta de su cuarto lo vería sentado en la computadora. Intenté dormir, pero no he podido dormir mucho. Cada vez que cierro los ojos lo veo a él. Sueño que vamos de viaje, que le enseño a manejar, que conozco a una su primera novia.

Por eso es que estoy seguro que todo esto lo soñé antes y que todo esto pasará, que él volverá a casa. Sé el resultado final. Los sueños son reales, se lo digo yo. Sé que tengo que descansar, pero pronto lo haré cuando el vuelva. No voy a tomar esas pastillas, no me dejan sentir, no me dejan preocuparme por mi hijo, no me dejan pensar. No quiero pastillas, quiero a mi hijo de vuelta.

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1 comments
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está teatral. me imaginé la puesta en escena y todo.

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