Herramientas para la creatividad: El pensamiento lateral

Las personas pueden vivir de cualquier manera, pueden hacer realmente lo que quieran. Pueden pensar lo que deseen, creer lo que mejor les parezca. Para eso somos libres.

Por más que se diga que estamos condicionados por nuestras enseñanzas y vivencias al final de todo podemos dejar que un pensamiento distinto se aloje en nosotros, uno que rompa con nuestra cultura, nuestros mapas y patrones. Podemos dejar que una idea distinta nos invada, nos influencie, podemos dejar que crezca, si le damos permiso. De todos modos así ocurre siempre. Solo que tenemos unas tres o cuatro ideas que fundamentan nuestros sistemas de pensamiento, y esas se han expandido a todos los rincones de nuestros cerebros, han echado raíces y han dado sus frutos.

¿Cómo darse cuenta cuáles son esos marcos, esos pilares que nos rigen? Para esto es necesario observar a nuestro alrededor, escuchar un poco a los demás, sus opiniones, a veces sus quejas, ¿Qué dicen los padres, los amigos, los vecinos, los hijos? ¿Qué dicen nuestras bocas cada vez que hablamos? ¿Qué tenemos en la mente cada vez que pensamos?

¿Eres generoso, terco? ¿Eres abierto a los demás o eres cerrado? Todo esto influye para tener la disposición de conocer cuáles pensamientos nos rigen y ver en qué medida nos alejamos de lo distinto.

¿Por qué abrigar ideas que son limitantes, que nos encierran en un pequeño círculo de acción y reacción? ¿Por qué no abrirse a lo amplio, a la capacidad de considerar aquello que no hemos visto?

Cada vez que comprendemos una idea nueva, nuestra conciencia se expande, nuestra capacidad de comprensión se amplia y nuestro mundo se hace más grande.

Hay una película que se llama: Divergente. En dicha película la sociedad estaba dividida en 5 facciones: Abnegación (los altruistas), Cordialidad (los pacíficos), Verdad (los sinceros), Osadía (los valientes) y Erudición (los inteligentes) Fuente. Cada grupo pensaba y actuaba según lo que se esperaba de su facción, respondían a ese esquema. Sin embargo, existían ciertos individuos que no podían ser manipulados por el suero que mantenía a los demás dentro de sus esquemas a la hora de las guerras y enfrentamientos que ocurrían en esa sociedad. Estos individuos eran los divergentes, ellos sencillamente eran capaces de actuar de un modo nuevo, no esperado, eran capaces de elevarse por encima de las situaciones y producir una respuesta diferente.

¿Por qué en nuestra sociedad no existen más personas con este tipo de pensamiento? ¿Por qué la gran mayoría solo se conforma? Y aquí la palabra conformar significa: adaptarse a lo establecido.

Esto lo observo hasta en los más mínimos detalles, el chiste repetitivo, el gesto idéntico, la repetición hastiada de las mismas frases, las mismas conductas…

¿Por qué la mayoría de las veces ni siquiera consideramos que podemos pensar distinto, individualmente? ¿Por qué no revisar si nuestras creencias son una simple adaptación a las ideas de otras personas y que de repente no nos ayudan? ¿Por qué no revisar esas ideas?

¿Por qué no deslastrar la mente de tantas voces ajenas?

Puede que la respuesta a todas estas preguntas resida en algo muy sencillo: en la pereza. Y es que nuestro cerebro busca guardar energía, al igual que nuestro cuerpo, se resiste al ejercicio, busca conservar lo que ya tiene. Pero ya sabemos que la falta de ejercicio atrofia los músculos y también de alguna manera el cerebro y sus capacidades. Y aquí solamente estoy hablando de un aspecto, pues hay que considerar que no somos solo mente, somos también alma, emoción, sentimiento.

Entre muchos otros autores, Dale Carnegie es uno que nos dice que es más fácil seguir la costumbre. Para ser amables por ejemplo, hace falta ser creativos. La respuesta natural, la indiferencia por ejemplo, no conlleva ningún trabajo.

Para ser abiertos,  amplios, hay que pensar, al menos, ese es el primer paso.

Para ser creativos y buscar un pensamiento diferente, para al menos considerarlo hay que pensar. Hay que reflexionar, considerar, sopesar. Hay que abrir espacios para ideas nuevas, frescas. Otras veces habrá que remozar o desechar alguna idea vieja. Pero al albergar algo nuevo, ciertamente nos expandimos y las posibilidades se abren como el horizonte…