Ansiedad. Sentía inmensas ganas de saciar mis deseos sin importar que sea con el sufrimiento ajeno. He sufrido décadas de llantos, burlas y menosprecio. Sentir que las miradas de admiración ya no se posaban en mí más que para ver la fealdad de mi exterior y no existió piedad frente a un corazón palpitante que se preocupaba por los demás. Dejé de ser así para convertirme en lo peor de mí.

Consulté a mi par sobre las invocaciones y conjuros, sobre los pactos de entregar el alma de un ser terrenal y recibir la vitalidad de su cuerpo, el esplendor de su piel, el renacer de mi ser. Quería sentir una vez más una piel tersa y radiante que parezca de porcelana, que se vea atractiva para cualquier hombre. Quería generar el deseo sobre mí ... ser bella otra vez.

Mi cuerpo drenará vitalidad

Nuestros continuos tratos hicieron que se formara una hermandad con reglas o protocolos en la que todos nos respetábamos entre sí. Estábamos regidos bajo una conducta estricta y fría pero con la cortesía necesaria para no caer en la infidelidad. La unión nos hacía más fuertes, también más despiadados.

Fue entonces que preparamos una ceremonia. En esta se pretendía hacer un sacrificio con un animal. Ada Morgis, la hechicera que se nos unió, me había aclarado que de esa práctica no conseguiría ningún tipo de vitalidad por un principio de incompatibilidad. Tendría que ser sobre una misma especie.

Mi más cercana hermana a la que le delegué algunas funciones se acercó a hablar conmigo sobre una idea que me ayudaría. Me dijo "¿Y si en las reglas establecemos que apartarse será considerado infidelidad?"

Sabía que varios querían abandonar atropellando las reglas impuestas. Perfecta oportunidad. Y no pasó mucho tiempo en que los sacrificios fueron reemplazados por humanos. Para no hacer ningún tipo de cacería solo intuimos que era necesario que quienes sacrificaban sus almas sean infieles y pecadores.

Ceremonia de transición de energía vital

Una sala de muestras de arte ocultaba un siniestro propósito. Reclutar e imbuir con maldad a sus estudiantes para convertirlos en los representantes del mal en un lugar remoto del reino de la oscuridad. Vestidos con una capa negra y un puñal estaban preparados para el festín. La sangre y agonía brotaba de esos cuerpos entregados al más allá. Para entonces ya no había retorno. Quién piense lo contrario o lo proponga sería considerado parte del banquete.

En estos tiempos de sacrificios he rejuvenecido pero ahora que lo he hecho he perdido la capacidad de sentir empatía. Me convertí en una atrocidad. Un ser sirviente del inframundo que lidera una secta satánica. Sin embargo la belleza exterior ha regresado. Quizás no en todo su esplendor ... mi piel está tersa y rejuvenecida pero se ajusta sobre un esqueleto en su punto de vejez. No sé si habrá valido la pena convertirme en esta inmundicia que refleja mi persona.

Como todo lo bueno dura poco temo que los tormentos que ocasioné tengan sus consecuencias ...

Soy la loba entre la manada. Cuando suceda que alguien más tenga ansias de liderar seré la próxima presa a cazar. Mi destino podría ser sobrevivir entre una jauría que yo misma he creado. Quizás también se trate de que sea el próximo banquete a entregar al reino del más allá. Mientras más me lo cuestione, más vulnerable seré.

Una hermandad que siento que no puedo controlar

Mi decisión ha despertado la locura, el éxtasis y la unificación del poder de una hermandad que muy difícil se pueda parar. Más bien, difícilmente de ella pueda escapar. Hoy estoy a sus pies ... solo me queda ser fiel para vivir un día más.

Si no has leído los anteriores capítulos haz click en alguno de ellos:

• El rejuvenecer a través de la oscuridad | Parte I

• El rejuvenecer a través de la oscuridad | Parte II

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