El amor es uno de los placeres que más satisfacen al alma, sin embargo, su contra-parte puede desencadenar distintos tormentos y derivar en una inestabilidad emocional que obligue a elegir el peor camino.

Entre los acantilados se suspendía un clima de amor, cariño y unión. Complementado con un bello amanecer era toda una combinación perfecta para poder decir, "Este es el camino a la felicidad".

Claro que esto es solo un rastro de nostalgia que solo se podrá rememorar en el abismo de Chiasa.

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Allí, a un costado del acantilado estaba ubicado el hogar donde esta supuesta pareja perfecta vivían sus días. La caricia de la brisa del mar arrojaba destellos de agua que creaban un bello arco-iris de punta a punta sobre la casa. La vida parecía sonreirles, lo tenían todo sin excesos, lo necesario. Sin embargo había algo por cumplir. El traer al mundo a un hijo.

Había que hacer una boda antes. Un casamiento algo discreto puesto que vivían en un lugar no muy poblado. Ese era el primer paso para comenzar a formar una auténtica familia. Pusieron fecha y compraron los atuendos para el casamiento. La fecha iba llegando, todo tal como se había planeado iba sucediendo como viento en popa. La vida empezaría a detener esa racha de positividad, de buenos momentos, de felicidad constante.

A 3 semanas de la boda a Chiasa le detectarían una enfermedad terminal que comprometería su embarazo. De hecho, una mala noticia estaría seguida de otra. La joven ya había empezado hace un largo tiempo el proceso de gestación. Estaba embarazada. Debía optarse por intentar salvar del vientre a su hijo o de lo contrario morirían ambos. En el transcurso, duras discusiones se presentaban debido a que ella se rehusaba a vivir sus últimas etapas de la vida al contrario de su pareja, quién procuraba luchar contra ese mal.

Amante del océano, de las nubes que conformaban formas temibles y a su vez muy hermosas de observar, decidió que su fin estaría frente a su hogar. Antes de que culmine su existencia accedió a un procedimiento quirúrgico en el cuál se pudo salvar la vida de una hermosa niña, con los rasgos y la delicadeza de su madre que conforme iba creciendo más parecida era a ella.

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El vestido que jamás pudo estrenar lo usó por única vez en su despedida de ese mundo que todo parecía color de rosas pero como es sabido, las rosas se marchitan y se caen.

Actualmente la gente que visita el sitio relata que se logra observar a una joven de vestido blanco arrojarse hacia el vacío frío y oscuro donde la marea golpea las rocas en su profundidad con gran severidad. Ese sitio ha sido nombrado "El abismo de Chiasa". Un lugar de descanso eterno de una alma en pena que durante toda su existencia solo buscó felicidad. A su vez sería el lugar de reunión entre una hija y su madre.