Mi corazón ahora tiene a quién amar

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Siempre me he sentido diferente. Nací en una familia en la cual todos tenían un pelaje de dos colores mientras que yo era enteramente negra como la noche.

Esa era la causa de sentir que no pertenecía a ellos, que debía buscar mi rumbo a nuevas experiencias y emociones. Pero, ¿quién querría tener de compañera a una gata a la cual consideran mala suerte?

Decidí que lo mejor era aprovechar mis instintos para diferenciar el peligro de la seguridad, mi agilidad para sortear cualquier obstáculo y mi corazón para quién me acepte tal como soy.

En esa búsqueda me aventuré por un bosque un tanto peligroso. Lo presentía y mis orejas me alertaban de el riesgo que corría. Para mi fortuna trepar árboles era mi habilidad. Era demasiado veloz así que pensé que no tendría problemas en continuar. Vi una fogata a lo lejos del camino y me aventuré por allí buscando refugio y comida, cuando la mala fortuna vino a mí.

Una emboscada de lobos feroces salió de los arbustos con el único objetivo de comerme viva. Los esquivé como pude pero me encerraron. Y alguien apareció a ahuyentarlos.

Desde que me salvó procuré serle fiel. ¡Ahora somos familia!