Mi primera mascota

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Fuente: Propia

La mayoría de las personas que me conocen saben que me encantan las mascotas y animales en general. Aunque esto no siempre fue así: desde pequeña siempre decía que no quería tener animales, en parte por la responsabilidad que abarcaba y por otra, no quería enlazarme con un animal que eventualmente moriría. Crecí sin ningún interés en particular por los perros o gatos; hasta que iniciaron las labores de construcción de lo que sería mi casa, con ella apareció una perrita que frecuentaba la casa y se iba cuando la visitábamos. Mi madre solía colocarle algo de comida, pero esta tenia tanto miedo que huía de nosotros y no se la comía, a lo que siempre le decía que no lo hiciera, que se encariñaría con ella.

Con el paso del tiempo, la perrita mestiza se acostumbraría a nuestra presencia, y al momento de mudarnos, ella ya solía estar bastante rato en los alrededores del hogar, y en algún momento, nos encariñamos con ella. La llamamos “Cusmera” (porque quienes la habían traído eran unos constructores que venían de un barrio llamado “Cusma”) e inicio una gran amistad. Cusmera era una perra que no le gustaba el contacto humano, pero luego de nuestra amistad gano más confianza, lo que ocasiono que en vez de huir de las personas, las “alejaba” ladrándoles ya que, literalmente, se apodero de la calle donde estaba mi casa, y era muy selectiva a quien dejaba pasar. Siempre sospechamos que recibió algún tipo de maltrato, lo que pudo explicar el temor absurdamente grande que tenía con el agua y que fuera agresiva con las personas. Al momento de bañarla era un calvario, llego un punto en que tenía que “bañarme” con ella para que se pudiera relajar. Luego de esto empezó a aceptar los baños.

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Fuente: propia

La Cusmera nunca vivió dentro de la casa, había vivido tanto tiempo en la calle que prefería estar afuera, vigilando ante cualquier sonido extraño (cuando llegábamos siempre se colocaba frente al auto y verificaba los alrededores para confirmar que no hubiera peligro).El único momento en que la Cusmera permaneció dentro de la casa fue cuando tuvo su primera camada, tuvo dos perritos que llamamos Caroni y Orinoco, (al segundo le daríamos en adopción y nos quedaríamos con el primero). A pesar de ello, se las ingeniaba para salir por el portón para hacer sus necesidades. Cusmera murió, porque al ser anciana y tener un segundo parto no lo pudieron resistir ni ella ni sus nuevas crías. Fue un golpe muy duro para todos, tanto así que decidimos enterrarla porque nadie se atrevió a tirarla. Antes de morir había hecho amistad con una perrita que llego a la urbanización, al inicio no se llevaban bien (Cusmera era demasiado dominante) pero con el tiempo llegaron a encariñarse y ser una especie de “mama” para la perrita.

Escribo esto para rendirle un pequeño honor, quizás si la hubiéramos esterilizado no hubiese muerto y aun seguiría con nosotros pero en mi pueblo no suelen haber muchas de estas campañas y es más difícil (esterilizar a un macho es más fácil) . De todos formas, ella me enseño lo fiel que pueden ser los animalitos y como con amor pueden reponerse de malas experiencias. No hay nada más hermoso que adoptar a un animalito callejero, al haber vivido tanto tiempo en las calles amaran estar en tu compañía.

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Fuente: Propia

PD: Las fotografías las tome hace mucho tiempo así que no recuerdo la marca del celular



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