Simon sostenía con sus pies un madero, el cual le separaba de las fauces del enfurecido lykaios. Sus piernas  flaqueaban, pues aquella bestia era demasiado fuerte y en cualquier momento el madero podría romperse. Simon sabía que la situación pronto empeoraría si no pensaba de inmediato en algo. 

El Destino parecía estar de su lado, pues cuando el madero estuvo a punto de romperse, una sombra se lanzó contra la bestia y la envió contra la pared. Simon se incorporó y vio delante de él a un licántropo de piel  gris se alzaba en una postura desafiante.

-¡Phil! -exclamó Simon al reconocer en aquél licántropo al asistente de su padre.

-¡Llévate a Mary a un lugar seguro! -exclamó Phil mientras se lanzaba a distraer a la bestia -¡Rápido!

Simon, obediente, corrió hacia las afueras del edificio en busca de la niña. En su camino encontró una escoba, cuyo palo parecía estar aún en buenas condiciones. Una idea cruzó de inmediato por su mente.

 Mientras tanto, Phil corría por varios lados de la casa;  procuró evadir su mordida, pues ese era el medio de contagio. Si llegara a ser mordido, la Locura de Licaón invadiría su sangre y su mente, y los síntomas de la enfermedad se manifestarían en cuestión de días. En un momento dado, el lykaios le bloqueó el paso, obligándole a salir por la ventana. Sin embargo, el lykaios lo tomó de la cola y lo arrojó contra la pared; a tiempo logró quitarse cuando la bestia intentó abalanzarse encima de él. 

Al salir por la ventana, Phil se paró en el centro de la calle en busca de los niños; éstos estaban escondidos en el tejado de un edificio cercano. Simon, al verle, gritó:

-¡Distráelo! ¡Tengo un plan!

De inmediato, se incorporó y, al instruir a Mary que se quedara, corrió por los tejados con un palo entre sus manos. Phil se sobresaltó. ¿Acaso el niño estaba decidido a hacer...?

-¡SIMON, NO! -gritó mientras escuchaba a la bestia romper la pared del edificio- ¡VETE DE AQUÍ! ¡VÁYANSE DE AQUÍ! 

Posicionándose en postura de ataque, Phil resolvió que tendría que enfrentarse a la bestia; la ayuda tardaría en llegar, por lo que no le quedaba otra alternativa que intentar matarle por sí mismo. No iba a permitir que el niño arriesgara su vida, mucho menos que la perdiera en sus fauces. Sigurd y Cora, los padres del niño, no se lo perdonarían. 

Simon, mientras tanto, observaba desde otro edificio cómo Phil se enfrentaba a la bestia; lo sostenía por detrás, procurando evitar su mordida. Phil no aguantaría mucho tiempo antes de que el lykaios tratase de morderle; tenía que actuar de inmediato, por lo que amarró lo mejor que pudo  el cuchillo que había tomado de la cocina de los Townsend antes de irse con su hermana pequeña y su niñera a la casa embrujada.

Hvitserk Ragnarsson y su hijo Sigurd corrieron junto con Joseph Bergen y Jacob Gunnhildson. Estos últimos salieron a su encuentro en el camino al Strand. Bergen les informó que el hijo mayor de Sigurd, Simon, y la pequeña Mary Townsend eran quienes se encontraban en peligro. Tras escuchar la explicación detallada sobre cómo sucedieron las cosas, los Fairchild tomaron las armas que tenían disponibles para ir a su rescate, con el señor Townsend uniéndose a ellos. Mientras tanto, Cora, la esposa de Sigurd, se dirigió al pub en donde se encontraba su hija pequeña acompañada de Marianne Townsend, la madre de Mary, no sin antes pedirle a sus familiares que tuvieran cuidado y que regresaran con vida.