Todos hemos escuchado a alguien decir alguna vez: “todavía no he encontrado a mi media naranja” o “aún no ha llegado mi pareja ideal”. ¿Pero de dónde viene esta famosa frase?, ¿quién la inventó?

Hace unos años, cuando aún estudiaba en la Universidad, surgió a colación el tema en una clase. Nuestro profesor nos explicó que el término provenía del discurso de Aristófanes, el cual se encontraba relatado en uno de los libros de Platón, El Banquete.

El discurso describía a unos seres humanos de tres géneros: masculino, femenino y andrógino. Éstos poseían cuatro piernas, dos rostros y cuatro brazos, dándoles una forma circular. Se creían tan superiores que se atrevieron a desafiar a los dioses, provocando la ira de Zeus que en castigo decidió separarlos por la mitad.

Muchos humanos murieron intentando unirse de nuevo, entonces, Zeus decidió girar sus órganos sexuales para que pudieran reproducirse, logrando así que cada quien pudiera encontrarse y ser feliz.

Es de esta historia que se origina el famoso mito de “la media naranja”: descendientes como somos de aquellos humanos divididos, estamos destinados a esa búsqueda permanente de nuestra otra parte faltante, ideal y perfecta que nos hará completos.

No es de extrañar que ésta sea la imagen mental que se nos hace al pensar en el amor. Esta idea se encuentra muy arraigada en nuestra cultura, lo que ha determinado durante mucho tiempo nuestras creencias individuales en relación a este tema.

Ahora bien, analicemos con sentido común y cabeza fría cuánto daño nos ha hecho dar por sentado que somos un pedazo andante que necesita de otro trozo para vivir.

La concepción de la pareja según este mito es muy negativa. Para empezar, es muy irreal pensar que otra persona nos complemente lo que supuestamente nos falta, una relación auténtica no se basa en dos seres incompletos que se necesitan.

El amor de pareja visto desde esta óptica nos hace actuar de forma irracional, inconsciente e impulsiva, llevados únicamente por la emoción del momento y nuestras fantasías internas alimentadas de mentiras idealizadas.

Las relaciones sanas se fundamentan en dos personas individuales, ver al ser amado como una simbiosis no sólo es tóxico, sino enfermizo. Produce una dependencia emocional sumamente perjudicial para ambos, creando un vínculo obsesivo/posesivo que acabará con la relación.

Lo cierto es que nadie es perfecto y cuando llegan los problemas, se produce la ruptura y la fría decepción: “pensé que él/ella era el/la indicad@”.

Esta manera tan ilógica de ver el amor solo ha traído consigo gente infeliz e inmadura que no sabe tener relaciones de pareja sanas. Este mito y el de “felices para siempre de Disney” van de la mano.

En conclusión:

1. No existen las parejas ideales
2. Somos seres humanos enteros, individuales y completos
3. Nada ni nadie es perfecto
4. No estás destinad@ a ser feliz de una sola forma ni con una sola persona en toda tu vida
5. Tu felicidad está a cargo de ti mism@, no de alguien más

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Me declaro culpable de haber creído estas tonterías hasta hace unos años. Me declaro culpable de haber creído que había encontrado a la persona “ideal”. ¿Qué piensas sobre este tema?