Las noches largas sirven para pensar, quedarse despierto, admirar matices en la oscuridad, hacer una fiesta o tal vez llorar, en ellas se pasan las horas más lentas, en ellas te encuentro en la soledad. No les tengo miedo, las abrazo en mi pensamiento, porque en la quietud puedo pensar, aunque me desvelo, las atesoro como una aventura sin igual.

La opacidad tiene destellos, la oscuridad tiene mil sueños, podemos estar en la realidad o en un sueño irreal, encender todas luces, estar despiertos para amar, imaginar un encuentro soñado o quizá hacerlo realidad, déjate guiar por las estrellas, por el silencio, sin hacer ruido, solo pensar en soñar.

En mi cabeza mil nubes aprietan la memoria que no para de mostrar los flashes de la vida, la alegría, los sueños que se van. Llueve sobre la memoria, son los recuerdos tristes, mojan en las madrugadas cuando curamos cicatrices, el encuentro con lo que somos, lo que tenemos, hasta con lo que anhelamos más allá.

Llegan en ese momento los mejores recuerdos de los que no están, esos seres especiales que formaron parte de nuestros triunfos, sentimientos, familia, esos que son nuestra identidad; en ese momento inesperado las oraciones se quedan prendidas de nuestra esencia para abrazar los sueños, los agradecimientos a la vida que nos regala paz; todo viene a nuestro pensamiento.

¿Acaso se detiene la vida cuando el sol se oculta?

Puede que algunos le teman a la soledad, pero la verdad es que nada se ha perdido, es tiempo para reflexionar, después de un espacio de tiempo siempre en la mañana se vale volver a comenzar, esa es la maravillosa humanidad que renace, que pinta nuevos cuadros, que escribe nuevas letras, que sale a mar a navegar, que vive en la alegría en equilibrio con los placeres que la vida nos da.

“Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo.”
― Julio Cortázar

Al pasar la noche, en la mañana tranquila todo renace, el tiempo retoma los segundos, la luz nuevamente nace, un nuevo día para recomenzar, un sinfín de oportunidades nuevas que nos regala la eternidad. Por eso no le temo a que llegue noche, a pesar de las sombras, a pesar de que no estás, quizá es eterno el tiempo para comenzar.

Aunque parezca ambivalente, reconocer un nuevo comienzo es el más valiente de los actos, porque empezar de nuevo necesita de todo lo que fuimos, de todo lo que somos y de todo aquello que hemos aprendido.