Hoy sin darme cuenta me he bebido tu café servido en mi mesa, estaba sentada sola pensando en el tiempo que en soledad he pasado, quizá sequé un poco mis lágrimas porque tu ausencia me sobrepasa, se desborda la tristeza que se deja ver tras las últimas horas de la mañana, la soledad en mi mesa es una gran batalla que no llevo ganada.
Sin darme cuenta me dejé conquistar una y otra vez por tus letras, en cada línea creía que era yo tu princesa, te hiciste un poeta de besos, de abrazos, de caricias llenas, hoy extraño tu presencia, y sin darme cuenta he puesto tu taza en mi mesa, pero se hace cada vez más grande tu ausencia infinita.
Es muy triste que tengamos que tomar decisiones importantes en momentos donde la razón está comprometida con las circunstancias que apremian, hoy me doy cuenta que alejarnos fue mi error y la vida nos cobra con fuerza. Nuestro cerebro se anula cuando reaccionamos con miedo o con pasión, nos equivocamos aunque otro nos detenga. La ausencia me está ganando hoy frente al café de la mañana que está servido en mi mesa.
Repito como un mantra sin cesar, que cuando algunas de las cosas van mal, debemos respirar para no lamentarnos, entonces hay que darle gracias al cosmos o a Dios para que nos de fuerzas. Realmente, somos bendecidos si en nuestro proceder si hacemos bien y pensamos en los demás, si no nos detenemos para bendecir y ayudar; aunque hoy es algo tarde tu café me trae de vuelta esa presencia amada, la presencia de tu amor que me niego a aceptar no volver a tener cerca, que intento conservar con la esperanza.
Si la vida se cae por momentos, si se detienen los besos en un café con aroma a recuerdo, puedes añorar y desear un nuevo camino, puedes imaginar nuevos cimientos, raíces nuevas que construyan lazos que no se rompan cuando azota el viento, raíces fuertes que se sostengan sin arrepentimientos.
De vez en cuando a cualquiera se le puede caer la vida, sufrir heridas, partir a pedazos, pero es de valientes reconocerlo, eso no es tan malo es una prueba que superamos con mucho esfuerzo. Algo tengo más claro, esa taza de café en mi mesa, se rompió en mil pedazos, pero no lloro porque a veces es necesario que se rompan las cosas, y que necesiten que levantemos los destrozos, así podemos reconocer cuando ya es o no inútil hacerlo, cuando puede reconstruirse el amor con solo quererlo.
Gracias por la lectura. Me despido.
Imágenes propias. Fotografías tomadas con un móvil Blu Vivo One Plus. Cámara f / 2.0 1/100 3.79mm ISO 200. Editadas para los mensajes usando la aplicación de diseños Canva.