Mis zapatos de tacón

Justo hoy, día internacional de la mujer, un día propicio para reflexiones… Es raro que objetos tan inusuales como los zapatos de tacón pueden traer añoranzas de un país; quizá no es fácil de entender, pero es algo que implica hasta volver a aprender a caminar.

Cuando la vida nos cambia, sin avisarnos lo que vendrá a veces nos adaptamos, otras simplemente las dejamos pasar, al final dicen que todo conlleva a una lección que puede hayamos necesitado con mucha urgencia para poder ser mejor.

¿Son paradojas? Tal vez sí, pero los recuerdos de caminar por el pasillo en línea recta, sin mirar atrás me embargan en este momento que estamos sumergidos en un ciclo que no parece acabar. Toda la audiencia sentada esperando el actor principal, que con pasos firmes se presentaba día a día sin dudar.

Un papel importante que necesita zapatos altos de tacón y una firmeza sin igual, más la esperanza cargada en los inocentes que escuchaban cada palabra para aprender un poco más.

Justo hablando con un amigo se desarmó mi corazón, me di cuenta que extrañando mis zapatos de tacón puedo sentir el más profundo dolor, por un escenario, una obra, un país que va cerrando las luces en cada rincón.

Ya no hay podios, ni fiestas, no hay reuniones o la importante exposición; solo la gente que va caminando en gomas intentando llegar a la cita de hoy. En ese mismo rumbo vamos todos, los que luchamos hasta el final y los que no. Pagando todos un karma de un mal que un sólo hombre empuño.

Puede que todavía no sea un momento para volver a los pasillos de tacón, pero si a la esperanza que se ha marchado hasta de los sueños de hoy.

Quizá debamos contar historias más positivas que la que se ha escrito hasta hoy, espero que los que insisten sean más, sean los que se encarguen de una nueva renovación y devuelvan las esperanzas y los zapatos de tacón.