Pensamientos aislados en esos momentos solitarios, no es un escrito sobre un libro o una música, es un sentimiento inesperado que quizás se hace común en la niñez, para los momentos menos soñados.

Una vez más ese sonido aterrador, el terror se acerca, entre los delirios pienso que me va a matar esa sensación, se paraliza momentáneamente el corazón. Debo enfrentarlo, pero mientras pasa la espera, quizá pueda fantasear ser inmune al dolor.

En la sala de espera me quedo pensando, estoy meditando sobre la humanidad infinita, lo bien que sería tener repuestos para ciertas partes, ideas para la inteligencia artificial que seguro ya existen con el fin de dejar sentir dolor; también podríamos coleccionar partes para mejorar el andar, ser un milagro en el aire, o un invento más. Son pensamientos inventados, parte de una inquieta imaginación.

Mientras tanto veo que todo sigue, niños, adultos que entre problemas sobreviven los días buenos, felices, días tristes, golpes, enfermedades y hasta tienen en su historial las vueltas al sol de sus victorias en esta misma sala de espera. Siguen sonriendo, a pesar de tener tanto miedo como yo.

Una música de fondo en el consultorio, llega a mi pensamiento, me distrae un poco, de pronto el sonido de ese motor vuelve a interrumpir para no dejarme pensar, termina como expulsado por una máquina de hacer café, o ¿será una máquina para hacer dolor?, aunque en las manos correctas sea usado para sanar, y hasta hacer mejores sonrisas a nuestro favor.

Es un lugar extraño, me calma la espera mientras escribo estas letras, pero se me acentúa el pesar.

¿Dónde estoy hoy?

Sí, la respuesta es correcta, estoy en la sala de espera del odontólogo, una vez más, es el viejo sonido del motor que hace funcionar la turbina, junto al compresor para succionar mientras hacen el trabajo.