Muchas interrogantes nos mantienen mucho tiempo esperando respuestas, quizá más por la simple curiosidad que por la necesidad absoluta de obtener respuestas, porque bien se puede vivir sin conocer algunos detalles, a veces ni siquiera es necesario conocer algunos aspectos que creemos útiles, otras veces aprendemos cosas que nos hacen sentir que sabemos y al momento de requerir una respuesta nos quedamos mudos.

Una realidad simple es que la vida a veces no necesita mucho, puede incluso asociarse con un sabor, con el placer de algo que nos gusta, una tarde tranquila, un café relajado, una fruta, e incluso el sabor más suave en el más querido lugar. Si ese sabor, ese sentir, es acompañado de abrazos entonces los cielos pueden vibrar en la vida y se regocija la esperanza que nos reta a vivir.

La verdad es que el sabor de la vida suele diferir e incluso tener antagonismos a morir, entonces cuando las almas ideales se juntan comparten ese gusto similar que le asignan a respirar, la conciencia vital de la admiración se comparte en la felicidad y el mundo se transforma en un Cosmos sin egos, sin luchas, ni guerras epopéyicas que marcan un fin.

En este mundo todo se define con el tiempo, pero hay algo que prevalece más allá, porque un sabor aunque ya no exista su fuente se puede vivir al volverlo a recordar, resumen del algo complejo cómo funcionan los sentidos cuando se apegan a lo que desean por siempre guardar y si esto es un resumen del placer es fácil convertir los sentidos en las manecillas de una brújula que definen nuestro andar.