En un mundo auditivo, dominado por el ruido, donde la contaminación sónica alcanza decibelios en grados intolerables para la razón humana, habita la pequeña Selene, Pradógicamente en ese mismo ecosistema, que por cierto a ella no le hace eco.

Ella cuenta con con 9 años de niñez silenciosa, pues nació con sordera bilateral profunda, según el diagnóstico expedido clínicamente.

Selene es como la luna, honra su nombre en todos los sentidos, corona los días y las noches en silencio pero iluminada y radiante, toca mudas sinfonías con el chasquido de sus dedos, inquietos parlanchines que son los cómplices de su sentir.

Selene juega columpiando sus fantasías en el reino de un espacio antisonidos y melodías en cero decibles, pero sus huesos bailan cuando el ritmo vibra por debajo de sus pies.

Juega a las muñecas con Castor y Polux en las noches despejadas, cuando el nocturno sol de media noche se deja entrever en medio del tibio verano, quien ya cumplió su mayoría de edad.

Un par de turbinas espaciales custodian sus sueños y la transportan a mágicos mundos de fantasía y la sostienen en la red bilateral que administra la economía del mundo virtual, pero que también deja espacio para los sueños.

Ese sol con sus rayos trasnochados, invita a jugar a la silente Selene con las bulliciosas cometas siderales, juegan a las escondidas, entre sombras y escaramuzas, hasta hacer reír a carcajadas a la tierra y al firmamento.

Silenciosa si, pero no callada, sus manos son un parlante que expresan en un lenguaje gestual, con su propia gramática y sintaxis, lo que con sus labios no puede expresar en una semántica común, pero que ha creado su propio código lingüístico, para hacerse sentir y escuchar; y la ortografía, le vale madre.

La pequeña trata de vivir en medio de la normalidad de la gente común, los que escuchan el bullicio de la selva urbana, pero son sordos al lenguaje de los gestos , asiste la escuela, se le queda mirando a la maestra directo a la boca, está atenta a cada gesto y movimiento parvulario, intentando comprender sus enseñanzas indelebles.

Renato, un compañeros de clase intentan ser empáticos con ella, le pregunta su nombre con gestos improvisados, que Selene se esfuerza por decodificar, ambos logran comunicarse efectivamente, aunque los códigos son diferentes.

Es el punto de partida que necesitaba el resto de los compañeros de salón para nutrir el símbolo de la amistad entre individuos diferentes pero con intereses comunes.

En el patio del recreo, Selene observa primero como juegan sus amiguitos, dibuja patrones en su mente flexible que estira y encoje como plastilina, hasta crear uno propio para ahora sí, lanzarse al ruedo. Juega a la rayuela, circunspecta y estructurada, ha desarrollado la concentración un poco más que sus compañeros oyentes, gracias a que no le afectan los distractores sónicos.

Cuando Selene llega a casa, ingresa a una atmósfera particular, personalizada por sus padres, hermanos y demás parientes, aunque pueden valerse de la lengua oral, se posicionan en un silencio solidario ante la presencia de Selene, y ella lo nota, aunque no pueda escuchar el silencio, pero lee la mirada, los labios, los gestos, las actitudes.desde esa complicidad filial, se ponen en las manos de Selene.

Desde esa dimensión no verbal, las manos de Selene se convierten en su voz, y un libro abierto para hacer lectura labio facial, para recitar en silencio el alfabeto dactilológico, y construir palabras en un mensaje sobre entendido, entre sonrisas y miradas cómplices.

Los padres, maestros y amigos de Selene, celebran que la niña está creciendo en un ambiente armonioso y solidario con su condición auditiva, pero no todos los niños, jóvenes y personas sordas en general, corren con la misma suerte.

Existe en el mundo una importante cifra de personas sordas que vive en un estado de aislamiento tras una muralla comunicacional levantada por la sociedad oyente, al no querer cederle el espacio que les corresponde a ellos como ciudadanos de derecho, tan igual como cualquier ciudadano oyente.

Es por ello que nuestra pequeña Selene, con sus escasos nueve años, es una activista defensora de los derechos de las personas sordas y ha creado un movimiento al que ha llamado Mis manos son mi voz, a fin de sumar voluntades que la apoyen en su labor de alcanzar la dignidad del ciudadano sordo.

De este modo nuestra pequeña activista, está recorriendo pueblos y ciudades alzando la voz con sus manos,apoyada por los medios internacionales y organizaciones gubernamentales que se unen a la causa, así como también la cadena de bloques y sus alianzas financiaras con las nuevas criptomonedas.

De esta manera el mundo se abre a la diversidad en unniverso plural con espacios para todos.

In an auditory world, dominated by noise, where sonic pollution reaches decibels in degrees that are intolerable for human reason, the little Selene inhabits, pralogically in that same ecosystem, which by the way does not echo it.

She has 9 years of silent childhood, as she was born with profound bilateral deafness, according to the diagnosis issued clinically.

Selene is like the moon, honors her name in every way, crowns the days and nights in silence but bright and radiant, plays silent symphonies with the snap of her fingers, restless chattering that are the accomplices of her feeling.

Selene plays swinging her fantasies in the realm of a space antisonidos and melodies in zero decibels, but her bones dance when the rhythm vibrates below her feet.

Play the dolls with Castor and Polux on clear nights, when the nocturnal midnight sun can be seen in the middle of the warm summer, who has already reached his age of majority.

A couple of space turbines guard their dreams and transport them to magical fantasy worlds and sustain it in the bilateral network that manages the virtual world economy, but also leaves room for dreams.

That sun with its dark rays, invites to play the silent Selene with the bustling sidereal kites, play hide and seek, between shadows and skirmishes, until they laugh out loud at the earth and the sky.

Silent if, but not quiet, his hands are a speaker that they express in a gestural language, with their own grammar and syntax, which with their lips they cannot express in a common semantics, but that has created their own linguistic code, to become feel and listen; and spelling, mother is worth it.

La pequeña trata de vivir en medio de la normalidad de la gente común, los que escuchan el bullicio de la selva urbana, pero son sordos al lenguaje de los gestos , asiste la escuela, se le queda mirando a la maestra directo a la boca, está atenta a cada gesto y movimiento parvulario, intentando comprender sus enseñanzas indelebles.

Renato, a classmate tries to be empathic with her, asks her name with improvised gestures, which Selene strives to decode, both manage to communicate effectively, although the codes are different.

It is the starting point that the rest of the roommates needed to nurture the symbol of friendship between different individuals but with common interests.

In the playground, Selene observes first how her friends play, draws patterns in her flexible mind that stretches and shrinks like plasticine, until she creates one of her own for now, throwing herself into the ring. Play hopscotch, circumspect and structured, has developed the concentration a little more than his fellow listeners, because they are not affected by sonic distracters.

When Selene arrives home, she enters a particular atmosphere, personalized by her parents, siblings and other relatives, although they can use oral language, they position themselves in a solidary silence in the presence of Selene, and she notices it, although she cannot Listen to the silence, but read the look, the lips, the gestures, the attitudes. From that filial complicity, they put themselves in Selene's hands.

From that nonverbal dimension, Selene's hands become her voice, and an open book to make facial lip reading, to silently recite the fingerprint alphabet, and construct words in a message about understood, between smiles and complicit glances.

Selene's parents, teachers and friends celebrate that the girl is growing up in a harmonious and supportive environment with her hearing, but not all children, young people and deaf people in general, run the same fate.

There is a significant number of deaf people in the world who live in a state of isolation behind a communication wall built by the hearing society, not wanting to give them the space that corresponds to them as citizens of law, just like any hearing citizen.

That is why our little Selene, with her scarce nine years, is an activist defending the rights of deaf people and has created a movement she has called My hands are my voice, in order to add wills that support her in her work to achieve the dignity of the deaf citizen.

In this way our little activist is touring towns and cities raising her voice with her hands, supported by international media and government organizations that join the cause, as well as the blockchaine and its financing alliances with the new crypto currencies.

In this way the world opens up to diversity in a plural universe with spaces for everyone.