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Crónica de un recuerdo de infancia.

La hermana que no tuve, venía del país de los unicornios,
por eso, de su frente salía esa protuberancia transparente como un cuerno,
pero este, que no era dorado, enrojeció tanto que sus reflejos se dispararon
hacia las nubes y regresaban como pequeñas gotas de rocío que bañaban
su rostro donde sus ojos, que apenas veían la luz,
dejaban escapar algunas lágrimas.

A la mañana siguiente, mis tías, la abuela y mi mamá decidieron llevarla
con unos magos, especialistas en hechizos para que estudiaran su caso,
mi mamá salió muy temprano, para que Yo, ni mis hermanos pudiéramos llorar,
ya que habíamos oídos que era necesario desprender el cuerno
para que pudiera crecer como nosotros.

Luego de unos días, mi mamá regresó sola y apesadumbrada,
no sé, si del país de los unicornios o del estero de los sueños rotos,
donde seguramente dejó a mi hermana para que jugara con las hadas del olvido.

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