Las flores de la abuela (Relato corto - revisión)

  - Buenos días, soy Rachel Lee. Tengo cita con la señora Claps. –estaba un tanto nerviosa, aunque apenas se le notaba. Le sudaban las manos, eso no lo podía evitar. De vez en cuando metía la derecha en el bolsillo de la americana para secarla con un pañuelo bordado de flores que le había regalado su abuela, años antes. Era su pañuelo de la suerte.

  - Por supuesto señorita Lee, bienvenida. Espere un momento ahí si no le importa, enseguida le aviso. –el secretario sonrió mientras señalaba uno de los sillones que acomodaban el otro lado de la estancia. Parecían muy confortables. Eran de un color fucsia apagado, un tanto cremoso.

Había luchado muchísimo. Cuántas noches sin salir, cuántas horas de estudio y dedicación, vacaciones perdidas… Su vida, hasta el momento, había sido un suceder de esfuerzo y sacrificios. Se había perdido multitud de diversiones de juventud, pero no le importaba. Licenciada en periodismo y entusiasta de la fotografía desde siempre, Rachel se había preparado bien. Su técnica estaba muy trabajada, su talento bien alimentado y sus fotos… bueno, sus fotos gozaban de una precisión exquisita. Nada podía salir mal, nada debía salir mal. En muy poco tiempo quizá se convertiría en una de las nuevas y flamantes reporteras gráficas de ese periódico tan importante. Su sueño hecho realidad.

Se detuvo un momento a observar uno de los cuadros que vestían la estancia. Era una fotografía de flores de un amarillo precioso, casi dorado, que resaltaba sobre un fondo verdoso con un desenfoque parecido al imitar de acuarelas. Le recordaba al jardín de su adorada abuela, donde jugaba de pequeña y del que guardaba tantos y tan gratos recuerdos. La puerta del despacho de Claps se abrió. Era una mujer sofisticada, de éxito. Rachel sacó la mano de su bolsillo y se la ofreció con simpática determinación. Estaba ante su gran oportunidad.

  - Bienvenida Rachel. –la editora jefe acompañó con su cuerpo la invitación a pasar al despacho tras responder al apretón de manos– Tenía muchas ganas de conocerte, he visto tu trabajo y la verdad es que me tienes bastante impresionada.

La joven fotógrafa notó cómo recorría su cuerpo, de arriba abajo, una tremenda mezcla de alegría y nervios. Todas esas horas de dedicación y esfuerzo por fin estaban poniendo a sus pies el camino profesional que siempre había querido. Antes de entrar dedicó una última mirada fugaz a aquella fotografía de flores amarillas. Seguro que su abuela se sentiría muy orgullosa.

Este es un relato corto que escribí y compartí hace alrededor ya de un año; encuentra aquí la publicación original. He pensado que voy a revisar y ordenar mis textos, mis relatos y mis poemas; corrigiendo aquí y allá, tratando de mejorarlos. Además, un poco de organización no vendrá mal a la hora de tratar de darles uso. Así que los que vaya teniendo listos y/o me gusten, los traeré de nuevo por aquí para conocer sus opiniones.