El veinte veinte está lleno de colinas,
nubes alcanzables,
y muchas risas.
Subo y bajo con prisa,
el viento me sigue
mientras la risa es más de niña.
Subí tan alto
que ahora bajo corriendo la colina.
Mi trote no se detiene
porque si se detiene
bajaré
pero a tropezones y a volteretas.
No quiero verme llena de lodo
y mis ropas ya están manchadas.
Es tan sólo enero
tengo que hacer veinte llamadas
¿hay suficiente aire para los que vuelan alto?
Porque el vértigo se siente
como si estuviera cerca del cielo.
Lo estoy y...
sigo corriendo
es veinte veinte, no me detengo.
No más me queda
disfrutar el proceso.
Las mariposas en mi estómago,
las nubes alrededor
gritar, reír, llorar para sacarlas.
No se irán hasta que llegue septiembre
tendré que subir de nuevo
viendo con nostalgia
el ya pasado proceso
y en mis manos,
un pedacito de cielo.