Balto | relato corto |

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Balto

   


Imagen original de Pixabay | Pexels

   

    Balto veía el cuerpo tirado en el piso. Aunque sollozaba, no sentía dolor, lo cual le extrañó mucho, sin embargo una mezcla de tristeza y confusión le invadían.

    —Hola, pequeño amigo —saludó una mujer, alta y delgada, tan delgado que, por momentos, parecía un esqueleto, con indumentaria negra desde los pies hasta la cabeza.

    —Hola... —respondió el can, ahora más confundido — ¿puedes entenderme?

    —Por supuesto —dijo la mujer sin más.

    Balto se le acercó, la olfateó con cuidado y advirtió algo que lo alertó: «no huele a nada». La pálida mujer solo rió con tranquilidad.

    —¿Puedes contarme algo? —consultó el cadavérico ser —. ¿Cómo pasó eso? —preguntó mientras señalaba al cadáver tirado en medio de la carretera.

    Él arrugo las orejas y bajó la cabeza. No sabía por qué, pero le apenaba pensar en ello. Aún así respondió, con un tono de voz muy bajo para que nadie más pudiese escucharlo:

    —Yo... me escapé —respondió —. No tenía intención de irme para siempre, solo quería salir un rato —afirmó y sintió como si un nudo le apretase la garganta —. Crucé... crucé la calle y no vi el auto —dijo mientras agachaba aún más la cabeza y de reojo observada otra vez su cuerpo inerte a escasos metros de él —. Fui estúpido, y ahora tengo miedo. No entiendo qué pasa, solo quiero volver a casa —concluyó sollozando nuevamente.

    —Tranquilo, cachorro —le dijo el ser que, aunque hablaba con cierta amabilidad y hasta pena, mantenía un rostro inexpresivo —. Nada de esto fue tu culpa, ni tampoco del sujeto en el auto. Él estaba apresurado porque su hija, una pequeña niña muy dulce que tuvo la mala suerte de caer desde un árbol, iba en el asiento de atrás con un brazo roto. Simplemente no te vio —le contó y añadió —: créeme que el hombre está destrozado.

    »De hecho —continuó —, ya dejó a la niña en el hospital con su madre y viene de vuelta para acá, la pena no le permitirá dormir tranquilo sabiendo que ha matado a un inocente cachorro.

    Balto la miró, ahora se sentía mal por causar daño a aquel desconocido.

    —Si no hubiese salido, nada de esto habría pasado —comentó y preguntó —: ¿es este el fin?

    —Pero saliste y pasó. Lo que pudiera haber ocurrido es todo lo que no ocurrió, siempre ha sido así y siempre será así. De nada sirve pensar en lo que podría haber pasado; acepta lo que pasó y ten paz. El universo no desecha nada, la muerte no será el final, solo verás algo... diferente.

    La mujer se le acercó y le acarició la cabeza con sus huesudas manos. Balto advirtió que eran muy frías, sin embargo le gustaba el tacto y sentía que le tranquilizaba. Seguidamente, esta le repuso que era hora de que ambos se marcharan.

    —¿Podemos parar en un lugar antes de irnos? —preguntó.

    —Claro, ¿a dónde quieres ir?

    Desde la puerta de la antigua casa, que estaba abierta, Balto vio a Marisabel, la anciana con la que compartió cada día de su corta vida desde que los hijos de esta le llevaron con ella. La arrugada señora esperaba el regreso de su perro, sentada en el sofá con la mano apoyada a una mejilla y con un plato lleno de comida a su lado en el suelo. Aunque no lo notaba, estaba frente a frente con el can.

    —Está triste —notó Balto —. ¿No podrías dejar que me vea tan solo un segundo, para decirle que estoy bien?

    —Lo siento mucho, pequeño amigo. Hay cosas que ni yo tengo permitidas hacer.

    De pronto un hombre con lentes y camisa llegó desde el pasillo de atrás, era el hijo de la anciana que intentaba convencerla para que se fuese a dormir.

    —Por la mañana lo buscaré, mamá. Te lo prometo —aseguró mientras la llevaba agarrada de la mano.

    —Mi pobre Balto —respondió ella —. Debe tener hambre y frío —comentó mientras dejaba escapar el llanto.

    Balto y su nueva pálida amiga vieron a Marisabel y su hijo marcharse poco apoco.

    —Lo siento —susurró el cachorro —. Discúlpame por escaparme... discúlpame por no poder decirte adiós.

   

XXX

   

¡Gracias por leerme! Espero que te haya gustado, y gracias de antemano por tu upvote, comentario y/o resteem.

Una pequeña aclaratoria: para hacer este relato tomé como inspiración unas viñetas que vi en una publicación de facebook. Según, el autor original de las viñetas es conocido como Jenny Jinya.

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Have a nice day, @pavonj.

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