Leyenda

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En el principio, la única cosa que había en el Universo era energía. Energía que corría libremente, sin objetivos, sin rumbo, sin conciencia. En total eran nueve las energías puras, estas representaban todo lo que era el Todo, y todo lo que Todo podía ser. El Universo estaba en una eterna paz, un duradero silencio.

Pero esto cambió drásticamente.

Con el tiempo, una de las energías tomó consciencia de su existencia. Su gran poder le permitió evolucionar, pudo pensar, pudo ver, pudo desear.

Pudo hacer lo mismo con sus hermanos y hermanas. Los nueve se convirtieron así en los Celestiales, los primeros dioses, forjadores de vida y habitantes del Todo. Crearon las galaxias y los planetas al unirse, formando la explosión más grande que se ha producido desde el principio de los eones.

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-Espera, eso no puede ser posible, abuelo.

-¿Y por qué no?

-En clase el profesor nos dijo que esa gran explosión es el Big Bang, no dijo nada de seres intergalácticos.

-Dime algo, ¿ese estirado acaso les dijo exactamente como se produjo esta explosión suya?

-No, per…

-¡Entonces, termina de escuchar!


Comenzaron a dar forma a todo lo que vemos más allá de nuestros horizontes en la noche. Les dieron brillo a las estrellas, compartieron su esencia de vida con los soles, para que así su energía fuera capaz de ayudar a dar vida también. Formaron mundos, de todos los tamaños y colores, los hicieron diferentes, y les dieron la capacidad de ser independientes. Estaban llevando a cabo su más grande obra.

Pero aún hacía falta algo más, algo que pudiera habitar los planetas, así como los Celestiales habitaban en el Cosmos.

Uno de ellos, el primero en tomar consciencia, estaba determinado en crear una forma de vida que fuera capaz de sobrevivir por sí misma, capaz de evolucionar para que así la vida siempre pudiera proliferar en el Cosmos.

Así nació la Primera Raza, nuestros antepasados. Anathos, el Celestial más poderoso, los enseñó a pensar, hablar y comunicarse. Ellos tenían una misión, y esta era expandir la vida por todo el Universo.

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-Un momento, ¿y qué sucedió después?

-¿Ahora quieres saber?

-¡Por supuesto!

-Eso será una historia para otro día, muchacho. Pero créeme, aún no hemos hablando de nada. Quedan varias historias increíbles por contar. Quizá te cuente sobre Rorghan y la Serpiente Nebulosa mañana.




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1 comments
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Muy entretenido Gracias. Otro punto de vista del universo. enganchas con los nombres que escoges.

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