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La Herencia

_{Autor: @nachomolina
Relato Original}

En la sala de conferencias hubo un intercambio flagrante de miradas cuando se volvieron a encontrar los mismos personajes con el mismo propósito de la vez anterior.

El anciano, estuvo dispuesto a firmar, como nunca antes, esta vez fue condescendiente.

Con su mano temblorosa sacó los espejuelos, indispensables para leer letras pequeñas. Mientras empuñaba el bolígrafo dobló la manga de su camisa descotando la esquelética mano hasta la altura del antebrazo dejando ver un catéter venoso periférico.

Alrededor de la mesa redonda, sentados, los cuatro miembros de la familia más el abogado, esperaban impacientes por el desenlace. La herencia a repartir consistía en la asignación de varias hectáreas de tierras, bienes y dinero en cuentas en el extranjero por sumas millonarias.

La piel de color bronce, pálida y descarnada. El rasgo de la cara denotaba más debilidad y cansancio que el mes anterior. Disimuladamente, sacó del bolsillo de la chaqueta un frasco de pastillas recetadas por el cardiólogo, en ese momento motivado a la ansiedad, sin querer, derribó las grageas sobre el tope del escritorio y algunas en el piso.

_ ¿Padre, se siente bien?, preguntó uno de sus hijos.

Con la mirada tardía, él asintió con la cabeza. En la medida que se descompensaba cada vez más, tuvo que tomar un ansiolítico, tragando la píldora con su propia saliva porque ninguno de los presentes le brindaba ayuda. El abogado y los cuatro herederos, ligeramente sonreídos se miraban con gesto explícito porque ya el momento había llegado.

Su Padre hacía un gran esfuerzo; con el simple hecho de agachar la cabeza para leer la parte final del testamento, dos gotas humedecieron el manuscrito, luego otra...

Así, un hilo muy fino y a la vez viscoso concretó la hemorragia nasal, de quién aun en estado de shock, intentaba estampar su firma.

En ese momento todos corrieron sobre él tratando de ayudar; en realidad, aun con el documento manchado de sangre solo pensaron en enderezar su mano pidiéndole que firmara de una buena vez.

El anciano, se presionó la nariz con un pañuelo, se acercó a los cuatro y les dijo estas palabras:

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_ "Hijos míos, de nada les vale tener por heredad una parte de mis bienes. Mi verdadera herencia la llevan en la sangre y más bien deberían preocuparse por no terminar padeciendo de los mismos males que padezco yo."

Fueron sus últimas palabras...

El acto fue suspendido nuevamente.

_FIN

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_{[Contenido Original]
@nachomolina}

_{venezuela
2020}

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Saludos, espero hayan disfrutado la lectura.