Mi hermano en el exilio

Hoy es el cumpleaños de mi hermano mayor, 28 años. Hace ya más de un año que no lo veo y la añoranza que siento por él es grande, de ahí nace la imperiosa necesidad de plasmar lo que hay en este este relato. ¡Feliz cumpleaños Tony! Donde quiera que estés.

Crecer con un hermano que te supera por 7 años no es fácil, al menos no lo fue para mí, muchos creen que entre hermanos siempre hay una pícara complicidad y un fuerte vínculo que los define y esa idea se hace más fuerte cuando los hermanos en cuestión son chicos, pero como dije antes, ese no es mi caso.

Entre nosotros hay una brecha de edad de 7 años, pero lo que más destaca es la brecha entre nuestras personalidades y nuestro vínculo de hermanos; cuando yo tenía 7 años él tenía 14, era evidente que nuestros intereses eran totalmente distintos, por un lado él era un adolescente con amigos de su edad y cosas que hacían los adolescentes, por otro lado estaba yo queriendo hacer las cosas que hacen los niños a esa edad y anhelando los compañeros adecuados. Es cierto que mi hermano estaba siempre que podía con sus amigos pero cuando pudo jugó conmigo a su manera y me cuidaba o al menos lo intentaba, es injusto decir que me abandonó en mi niñez o que era indiferente a mí, al contrario, recuerdo que fue él quien me enseñó a construir papagayos, o como las conocemos popularmente en Venezuela, zamuras, la poca habilidad que tengo con las pelotas de béisbol es gracias a él y por supuesto mi habilidad, casi nula, en las luchas la desarrollé gracias a mi hermano (cuando tienes un hermano que te doblega en tamaño y edad aprender a defenderse es vital).

Hoy mi hermano se encuentra a miles de kilómetros de aquí, vive en Colombia con su pareja y dos de sus hijos, ya hace más de un año que partió, tuvo que irse por el bien de su familia y el suyo; vivir en un país con dígitos exorbitantes de inflación, donde la escasez de alimentos y medicamentos es propia de países históricamente precarios, tener que lidiar diariamente con la delincuencia y la zozobra que generan la inseguridad donde además la libertad de expresarse está vetada son algunos de los motivos que lo llevaron a preguntarse “¿Me quedo para intentar sobrevivir, o es tiempo de partir?”. La respuesta para él fue el exilio.

Aunque el exilio de mi hermano fue voluntario, las razones y las circunstancias no lo fueron, él no se fue de vacaciones, tampoco lo hizo para estudiar ni por un mejor trabajo, se fue porque se debatía entre quedarse en su hogar, junto a las personas que ama, o partir en busca de mejores oportunidades, con la esperanza de brindarle un mejor futuro a su familia y también con la incertidumbre de si podrá hacerlo, es eso lo que no entienden quienes moldearon con sus manos y dieron forma a esta bola de nieve que hoy nos aplasta a todos.

Mi hermano siempre me ha dicho que en el exilio nada es fácil, son muchas las dificultades y muchas las vejaciones, el maltrato, la incertidumbre… Pero para él lo peor es extrañar a quienes ama, el abrazo de su madre, la sonrisa de sus hijos, los brazos de su esposa o incluso las peleas con su hermano. “…Todo eso se añora cuando estás lejos José, cuando quieres verlos, abrazarlos, pero sabes que no puedes y que estás ahí por ellos, que tienes que ser fuerte y seguir por ellos, todo por ellos…” Eso me dijo un día, mientras yo con el corazón arrugado y lágrimas en los ojos parafraseaba a mi abuela “Dios… no hay mal que dure cien años ni familia que lo resista.”

Una vez más agradezco a esos steemians que se toman el tiempo para leerme. Me despido y espero volver pronto con más.

(Imagenes tomadas y cedidas por mi hermano, el contenido del post es ampliamente del autor)