Relato breve: El espanto del camino, original de @janaveda

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El espanto del camino

El sol estaba próximo a caer en el horizonte y el transporte había cesado su servicio por ese día, hacía hora y media que la último bus había bajado sin retorno repleto de gente del caserío. Obviamente, no tenían otra opción que subir caminando por la angosta y empinada carretera de aproximadamente 5 o 6 kilómetros.

Los tres muchachos se vieron las caras y Antonio dijo:

— Que esperan flojos, que yo los cargue a todos. Adelante, mientras más pronto empecemos más pronto llegaremos.

—Tienes razón hermano, caminemos para ganarle a la oscuridad.

Antonio, Marcos y César se ajustaron sus respectivos abrigos, pues una densa y fría neblina comenzaba a descender sobre ellos, así decididos se adentraron en la solitaria y oscura carretera.

—César.

— Si Marcos.

— ¿Tú crees en esos cuentos sobre el espanto del camino?

—¡Cuentos para asustar a niños! — se apresuró en responder César.

—Realmente yo no sé que decirles amigos, en verdad mis abuelos son muy serios y no suelen mentir — interrumpió Antonio.

—Pamplinas, yo no creo en espectros. Esas son supersticiones de esta región — complementó el joven César.

— Además por qué habría de atacarnos — exclamó taxativamente César.

Un hedor perneaba en sus narices al acercarse a las derruidas piedras de una antigua casa.

— Huele muy mal — dijo Antonio.

— ¿Dónde estará el animal muerto?

César no había terminado la frase cuando sintió que una fuerza lo levantaba de suelo llevándole en el aire hacia las ruinas.

— ¿Qué está sucediendo? gritaba el hasta entonces incrédulo muchacho con un quebrado tono de voz.

— No veo nada ni a nadie — gritó Marcos

Antonio empezó a rezar en voz alta y una carcajada macabra resonó en todo el lugar, interrumpiendo la oración llevó sus manos a la garganta al sentir una resequedad creciente que terminó en ardor dejándole sin habla.

— ¿Qué tienes Antonio?

Una mueca de terror en Marcos le hizo palidecer al ver a una silueta en la oscuridad envolver a César sobre las ruinas. Esa silueta parecía tener unos rojizos ojos, los alaridos de César helaban la sangre de Antonio y Marcos, quienes impotentes vieron rebotar en la parte alta el cuerpo malogrado de su amigo.

—¡Antonio! ¿Qué hacemos?

El aterrorizado Marcos cayó sobre sus rodillas al ver la escena en su conjunto, la imposibilidad de Antonio en responderle, y como César chocaba reiteradamente en las vetustas piedras. En su interior comprendió que estaban a expensas de la entidad sobrenatural y que nada podían hacer en contra. Cerró los ojos entregándose resignado.

Al día siguiente los tres muchachos fueron encontrados por el primer bus que hacía la ruta. El conductor y su ayudante, al ver a los muchachos mal heridos les recogieron llevándole al dispensario más cercano.

El espanto del camino había atacado de nuevo.

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Fuente:

Relato original de @janaveda

Imagen tomada de:



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final de post.png¡¡¡Felicidades!!!

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