Orlando

     Enclavada en la mitad de la península de la Florida, Orlando es una ciudad que tuvo la suerte de acoger el sueño de un visionario. Jamás podría decirse que el destino de esta urbe no está ligado a Walt Disney y la compra de unos terrenos pantanosos en las afueras de lo que -para ese momento- era un pueblo pintoresco.

     Lo demás es historia, la construcción de un imperio que comenzó en California, tuvo su acelerador a partir de la inauguración de su parque acá y toda una industria de entretenimiento, que compite con Las Vegas en cuanto a recepción de multitudes, hizo de Orlando su casa.

     Un ejemplo de ello: centros de convenciones gigantescos, centros de entretenimiento (además de los parques temáticos), restaurantes, discotecas, una de las pantallas de cine IMAX más grandes del mundo (una tipo de sala donde la pantalla forma un semicirculo de 180° y debe ser vista con asientos ordenados tipo anfiteatro), golfitos, galerías de tiro, túneles de viento para paracaidismo estacionario; en fin, una ciudad construida para el escape.

_{«Fachada italiana», capturada con Smartphone Moto G6 S
en International Drive, Orlando, Florida por @fermionico}

Adiós hija

     A principios del año pasado, en una escucha incidental de una llamada entre mi esposa e hija, saltó la posibilidad del viaje acá. Me preguntaba como seguiría trabajando, del modo que un viaje no interrumpiera mi rutina y compromiso con mis lectores, pero más pudo el amor filial y le dije a mi esposa que yo también viajaría. Menos mal que no arrugué (me arrepentí).

     Haber visto la serenidad de mi hija y como se ha adaptado a su nuevo hogar, es una de las cosas que me llevo de acá con si fuera un tesoro. La tranquilidad vale mucho para un padre. Si, le toca luchar como a cualquiera, pero este país le ha ido dando poco a poco, lo que en el nuestro se le ha negado. Esperanza.

_{«Antes de salir, imagen capturada con Smartphone Moto G5 plus en Jet Set
Bus Terminal, Orlando, Florida por @fermionico}

Y por eso...

     ...estoy agradecido. Las atenciones de ella para con nosotros y su proverbial paciencia (heredada de su madre), nos deleitó y nos hizo pasar momentos mágicos, sí, de esos que atesoras y llevas hasta la tumba ¿no es esa la mayor riqueza que puede aspirar cualquier ser humano? ¿Tener un baúl de tesoros de ese tipo guardado? Claro, si se es joven, otros tesoros son los que se aspiran, pero para quienes tenemos un largo camino recorrido, algo tan simple como una cena, puede hacer que te sientas pleno.

     Y así, hija, nos has hecho sentir... plenos. Vuela alto carajita y ojalá que la providencia nos de la vida, la salud y la oportunidad de futuros tesoros...

...¡Gracias por leer!