La tragicomedia

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Como todo buen amante de las películas independientes, he llegado a sumergirme en algunas dirigidas por mí…

Al momento del rodaje suelo estar ensimismado en la silla del director. Los actores, fieles al guion que se les ha dado, se lucen ante las cámaras y dan vida al cortometraje inspirado en pensamientos de lo que el mañana traerá. La tragicomedia fluye sin enterarme de nada: la vivo con intensidad y llego a confundirla con la realidad.

Hacía poco dirigía un metraje titulado «La inevitable llegada del monstruo», basado en un personaje cuya personalidad intransigente suponía un problema para el protagonista.

En plena trama, el tiempo se alió con el ominoso antagonista: transformaba segundos en minutos dejando correr las horas, anunciando mediante relojes la transición de los días; pero el mayor inconveniente era su estado: permanecía impertérrito con un semblante impasible y endemoniadamente imperturbable; no había nadie capaz de detenerlo. Ante semejante obstáculo, el héroe de la historia contrastaba perfectamente: era un tipo nervioso cuyo carácter alterable lo convertían en una persona desequilibrada.

El melodrama creció hasta el punto de quitarle el sueño a nuestro héroe. Arrinconado por el tic tac, vaciaba termos de café en un santiamén y volvía a llenarlos con la misma celeridad. Recorría los pasillos de la casa sin saber a dónde ir y cuando se hastiaba de dar vueltas en círculos, salía a tomar aire por las tardes, no obstante, el simple hecho de ver morir al crepúsculo lo trastornaba. La irritación fue tanta que postrado en una silla llegó a creer que padecía el síndrome de piernas inquietas, sin embargo, sabía cuál era su verdadera enfermedad.

El día del juicio cayó antes de lo previsto. Una mañana cualquiera la bestia arribó sonriente, dando muestras de afecto y humanidad. Tan gratificante sorpresa llevó a nuestro héroe —cansado por el montón de películas vividas— a soltar una carcajada interna, de esas que no nos gusta dejar escuchar a los demás… Tras burlarse de sí mismo, su reciente enemistad pasó a ser el nuevo foco de atención, a pesar de haber perdido ese tiempo para siempre.

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La imagen utilizada pertenece a Jeremy Yap, fotógrafo de Unsplash.com.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.



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6 comments
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A veces nos sorprendemos de nuestros propios cambios, quizás irrisorios o tal vez no pero creo que en algún momento de la vida eso llega.

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Eso es muy cierto. Como decía Heráclito: «Lo único constante es el cambio».

Gracias por la visita. Saludos.

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Con tus metáforas, consigues llevarme, como lector, en un estado onírico. Me he sentido como la pequeña Momo de Michael Ende, escapándose de los ladrones de Tiempo, como si yo misma fuera este héroe de una película independiente surrealista y a la vez muy real.
Me encanta tu estilo! 😍

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Gracias, me has dejado sin palabras. Saludos :D

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