Cuando recién llegué a esta ciudad, todo me parecía hermoso, me dejé enamorar por la gente, por los paisajes y el color del cielo.

Fuí conociendo a los vecinos, la mayoría son adultos mayores. Excepto unos jóvenes que hacen un poco de ruido, algo normal.

Hace un tiempo murió uno de los vecinos, era un abuelo muy educado e inteligente que todas las mañanas regaba sus plantas en el jardín vecino. Tenía bellas flores, hojas verdes siempre y se le veía en sus manos una taza de café.

El señor Ramón tenía una actitud jovial y se notaban sus ganas de vivir. Regaba con amor sus flores, las podaba. Yo siempre pensé que las rosas también lo amaban porque ellas sentían su amor; era un hermoso jardín.

Hace unos días pasé frente a su casa y unas lágrimas mojaron mis mejillas, las flores habían perdido su color. Extrañaban sin duda al señor Ramón.

Desde ese día cada vez que llega agua en nuestro cojunto, salgo de casa y camino hasta su hogar, riego sus rosas, he comenzado a pensar que están recordando los felices que fueron con su gran amor. Es que así son las rosas, se quedan enamoradas de quién las plantó.

Un abrazo a todos.

Bendiciones a todos en este día @electrodo.

Me despido dándole las gracias por aceptarme como uno de ustedes y esto es solo un abre boca de tantas cosas y anécdotas que les pudiera contar de mis días, hay quien dice que si me pusiera a contar mi vida pudiera escribir un libro que tengo más historias que condorito, jejeje….

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