Desde niña le gustaban la música pop japonesa y el manga lo cual definiría su estilo de dibujo. Inició sus estudios superiores en New York pero los dejó al poco tiempo, pues, dudaba de su estilo pictórico ya que sus profesores decían que su forma de pintar no era rentable muy aceptada por aquel entonces.

Tras congelar sus estudios, viajó a Japón y se reencontró con su cultura. Como resultado, añadió elementos nipones a sus obras. Los kimonos, la flora y la fauna se volvieron elementos que "acompañaban" a sus personajes solitarios.

Sus obras, de pintura acrílica u óleos sobre madera, tratan temas como la femineidad, el erotismo y la mitología de su país.

Sus personajes (todos femeninos) están siempre rodeados de un aire de melancolía etérea casi onírica.

Como amante de la cultura japonesa y su animación, esta artista me conquistó desde la primera vez que vi su trabajo. Cuando empecé a imitar la forma de dibujo de los animes, esperaba obtener un efecto como los de Audrey Kawasaki pero, debido a otras influencias, mi estilo tomó otra dirección.