MILIKY

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Diría que eran unos 22 años
cuando ya había saboreado el aroma dulce y amargo de la vida.
Acaricié en Córdoba la niñez y pubertad,
la escasez de un humilde hogar
nos llevó a migrar a la ciudad condal en busca de empleo,
siempre quisieron mis padres de mí algo más,
sacaba buenas notas y...
¡qué difícil era de estudiar sin dinero!

16 años de inocencia
quedaron atrapados en medio de la gran urbe,
cinco años de peripecias, peligros y tormentosos secretos,
ya fue más por mí lo vivido,
que los que muchos en su vida
jamás pudieron,
ni quisieron penas pasar,
ni en su vida crecer supieron.

Entre abusos y depresiones,
alegrías, juventud y amores,
con Rosa Maria entre ellos,
con ella mayor cinco años de edad
perdí la primera virginidad,
mientras los días ya empezaban a ser un verdadero de mi alma secuestro.

Vestido con el fracaso escolar,
la soledad y la morriña,
tiré de mis padres de nuevo
otra vez a nuestra Córdoba natal,
otra vez a mi ciudad y el añorado acento de seseo.

Como de propiedad no teníamos casa
fuimos de prestado con un primo familiar, amable y señorial.
El barrio era rico y
su lugar llamado" el brillante",
en un bonito chalet y
en la casa del guarda acomodada, pudimos seguir la vida adelante.

Los gallos del corral despertaban la mañana,
los días caminaban sombríos
y yo con pesar sin saber me preguntaba
si solo para respirar servía.

De repente apareció Miliky,
así después lo llamaría mi madre.
El pequeño apareció perdido, asustado, con patas de salchicha y cuerpo de pastor alemán.
¡Qué cruce por Dios!,
permitir tal cruzamiento y Miliky
sin poder alcanzar con perra...
ninguna de sus partes.
Así que por cariño y un trozo de pan con nosotros se quedó
y ya era en nuestras vidas uno más
y no poco importante.

Por el día nos cansabamos sin parar,
y en el porche me esperaba cada noche
sin entrar a casa hasta que a mís pasos no veían sus ojos pasar.

Era por todos admirado,
más que por lo bello
por lo raro.

No me acuerdo por qué,
pero de la casa tenía que marchar,
así que con el corazón roto
y las lágrimas en el aliento
decidí abandonarlo, dejarlo en otra casa y que otro fuera su dueño y lugar.

Andé mucho más de un rato,
hasta querer perderlo,
y con la rapidez de un gato
me subí en un bus hasta que mis lágrimas dejaron a lo lejos de verlo.
¡Qué pena tan grande sentí,
la de un mal amigo que había t a su fiel más perro traicionado!

Cual fue mi sorpresa
cuando tras la cancela y al acercarme
Miliky de nuevo en el porche
me estaba viendo y con el rabo oliendo,
como si nada hubiera pasado,
como si todo hubiera sido un juego.

Tuvo que atravesar campo extraño, calles lejanas y muchos enredos,
todavía no me explico como pudo hacerlo,
llegar antes al hogar,
yo en coche y a él
me lo imaginaba como un galgo corriendo,
me abrazé en su lomo llorando
mientras con su alma lamía todo mi cuerpo.

Siempre acabo llorando
cuando de aquél,
mi fiel perro me acuerdo.

La vida me llevó a otro destino,
pregunté por él en el tiempo,
me dijeron que murió quizás atropellado,
no saben si de forma casual
o que me estaba buscando de nuevo.
Miliky, cuerpo de pastor alemán y patas de salchicha,
todavía...
cuánto te quiero.

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Relato propio.
Fuente de la imagen:
http://mastinespanol.forogratis.es/que-os-parece-t7973.html



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