Historias en su tinta 010: "¿Dónde está Kawato?, por bonzopoe.

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Era un viernes por la noche, casi de madrugada. De repente tocaron a la puerta. Era Kawato acompañado por otro luchador que no conocía.

—¡¿Qué te pasó Kawato?! —le pregunté un tanto alarmado al ver que estaba sumamente lastimado y todo rapado.

—Perdí mi cabellera, amigo, ¡la aposté y perdí! —Me contestó sollozando en su español apenas entendible. Como a todos los japoneses le cuesta mucho trabajo hablar español, aunque ahora ya se le entiende, a diferencia de cuando llegó a México algunos meses atrás.

La verdad no recuerdo como conocí a Kawato, pero nunca lo había visto como esa noche.

—¿Puedo quedarme aquí esta noche amigo? No quiero estar solo en el departamento.


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Kawato vivía en un departamento humilde del centro de la ciudad, en un edificio tipo vecindad que compartía con otros luchadores japoneses que habían venido a México a aprender el estilo de la lucha libre mexicana. El lugar era tan pequeño que no había mucha privacidad, y seguramente no quería que sus compañeros de oficio y nacionalidad lo vieran en ese estado, al menos no esa noche.

—Claro que si amigo. —Le contesté—.

—¿Podrías ayudarme también con mi pelo por favor? De la vergüenza por haber perdido no dejé que me lo acabaran de rapar bien y me salí de la arena tan pronto pude, pero no puedo andar así por la calle.

—No te preocupes amigo, date un baño, y te ayudo a emparejarlo. Puedes agarrar de mi ropa, ya sabes donde está.

—Arigato Bonzo san, eres un buen amigo. —Contestó y entró a mi recámara—.

En eso tocaron de nuevo a la puerta. Era mi tía Lupita, que en realidad no es mi tía pero le digo así de cariño desde niño.


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—Te traje unos camarones como te gustan mijo. Eso almorzamos ayer y te separé unos, si no ya sabes que tu primo Edgardo no perdona y se los hubiera devorado.

—Muchas gracias tía —le contesté agradecido por el detalle, que tenía cada vez que podía porque sabía de mi debilidad por los camarones—.

Le di un fuerte abrazo y un beso de agradecimiento, y me fui a la cocina para guardar los camarones en el refrigerador.

—¡Nooo! —Gritaron de repente los camarones al unísono al sentir el frío del congelador, casi como si lo hubieran ensayado antes,— ¡no la fría oscuridad de nuevo! —agregaron dramáticamente, de nuevo coordinados como si fueran una sola voz.

Ignorando sus pequeños gritos, fui a avisarle de la visita de mi tía a mi madre, quien se puso feliz por la noticia, y corrió a la sala seguida de mí. Después de acompañarlas un rato con un café fui a ver como estaba Kawato.

Entré a mi recámara y toqué en la puerta del baño al ver las mallas de su atuendo de luchador en el piso. Tenía unas manchas de sangre en los costado se habían oscurecido un poco y parecían la cara de un gato pintada con café.

Junto a las mallas estaba la toalla con la que traía cubierta la cabeza, llena de recortes de cabello, pero no había señales de Kawato.


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Después de tocar varias veces la puerta del baño, entré esperando encontrarlo sollozando en la ducha, ya que Kawato a pesar de su oficio de luchador era una persona muy sensible, se podría decir que hasta delicada. En una ocasión lo descubrí enjugándose las lágrimas mientras veía el episodio de una telenovela junto a mi madre.

Sin embargo para mi sorpresa no estaba ahí, el baño estaba vacío y de él solo quedaban restos de pelo en el lavabo. Al parecer en lo que estaba en la sala con mi madre y mi tía el, entendiendo que estaba ocupado, decidió no esperarme y terminó lo que él peluquero de la arena inició horas antes, rasurándose la cabeza.

Fui a la sala y pregunté a mi madre y mi tía si lo habían visto, y nada. Busqué por toda la casa y no logré dar con él. Al final revisé hasta el refrigerador y estúpidamente le pregunté a los camarones si lo habían visto, y estos después de un grito de espanto al verme, se ofrecieron a ayudarme a encontrarlo.


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Resulta que el mercado en el que los compró mi tía, tenía un televisor justo frente a la nevera de la sección de mariscos y estos habían visto una de las luchas de Kawato días antes.

—¿Si te ayudamos a encontrarlo no nos comes? —preguntaron, de nuevo bien coordinados como una sola voz.
—Va. De acuerdo, tenemos un trato.
—¡Yeiiiiii! —Gritaron todos al unísono.

Abrí el envase de Tupper Ware en el que los trajó mi tía, y después de estirarse un poco para quitarse el frío, salieron disparados en todas direcciones en busca de Kawato.

Con el escuadrón de camarones recorriendo los alrededores me dispuse a revisar el resto de la propiedad. Recorrí el patio, los jardines, las caballerízas, y nada. Al pasar por la cochera ví de reojo a la familia de vietnamitas que vive en mi auto cuando no lo uso, y me acerqué a preguntarles por Kawato. Había un vietnamita nuevo que no conocía, y que muy amablemente me presentaron, resultó ser un primo lejano de uno de ellos que estaba de visita.

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Después de darles las buenas noches, porque ya estaban a punto de acostarse a dormir, les recordé que mañana usaría el coche temprano y me dijeron que no me preocupase, que apenas amaneciera lo limpiaban y lo tendrían listo para mí.

Salí a la calle justo cuando unos ovnis atravesaban el cielo pintándolo de colores, y mi ex-novia pasaba por la calle sobre su unicornio nuevo, mirándome con el desdén acostumbrado.

¡Carajo! —pensé— uno ya no puede mirar a los ovnis recorriendo el cielo tranquilo sin que se le aparezca el pasando montando un mugre unicornio multicolor. En eso uno de los camarones me mandó un mensaje de texto reportando que no habían señales de Kawato pero que seguiría buscando. La situación era de lo más intrigante, ¡¿dónde diablos se habría metido Kawato?!

Justo en eso estaba cuando a lo lejos empecé a escuchar un concierto de pájaros que se oía cada vez más fuerte y más cerca. Por un momento me sentí en una película de Hitchcock, sobre todo cuando los pájaros empezaban a a pasarme por encima como un escuadrón de bombarderos. Desperté gritando: "¡Kawatooooo!


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Todo agitado, retrase la alarme del celular 10 minutos, y cambié de posición en la cama con la esperanza de soñar algo diferente, y encontrar finalmente a Kawato, tal vez en un sueño en el que no perdiera la cabellera y pudiéramos cenar juntos los ricos camarones que me había traído mi tía Lupita.

A lo lejos por la ventana se veía a un unicornio multicolor persiguiendo a unos ovnis que atrevesaban el cielo en formación, como una parvada de pájaros regresando a sus nidos.


©bonzopoe, 2020.

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Este texto surgió de un sueño. Algunos hechos son parte de este y otros son mera ficción. De hecho Kawato existe y sí perdió la cabellera. La idea del texto fue relatar un sueño, de esos que uno nunca sabe a ciencia cierta si lo son en realidad o uno está despierto, y en donde todo puede pasar y es de lo más creíble. ¿A fin de cuentas que es la realidad más que un enorme sueño del que algún día despertamos al final de nuestros días?

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Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.

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According to the Bible, Charity Means Love (4 of 5)

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