No lo tomes como exagerado,
pero inclusive las nubes solían
dibujarte, y mis pálidos luceros
se clavaban en ellas hasta
desbaratarlas con un lamento mío.
Si, lo sé, sé que...
Prometí a la primera estrella fugaz
no recordarte más, pero cada música
de ti me hablaba al oído, y no cumplí,
quizá mi necedad jugaba con el
corazón, y mi lucidez no terminó
jamás de despedirse.
Por eso...
Hoy quiero escupirle el rostro a la soledad,
enfrentar prejuicios, sustraer a la mudez
un rugido, correr y comprometerme, a
deshacer cada página que colocó
punto final a nuestro extraño relato.
Hoy te confieso que el ardor en el pecho
jamás se extinguió, al contrario, se hizo
más brioso, tú, sigues siendo el fulgor
que enciende el inicio de cada poesía mía,
y la inicial de tu seudónimo quien culmina
versos enteros.
Si caminas conmigo.
Prometo resguardarte, te observaré hasta
que se esfume el panorama, y te seguiré
inclusive cuando ya no queden sendas.