El monje
Era una calle corta, desde la iglesia hasta la subida que daba al cementerio, yo vivía en la mitad, en la casa que sobresale a la izquierda, en la esquina que viene de una calle angostísima, que da al centro de la ciudad, la llaman"armario".
Tenía yo algo más de veinte años, acostumbraba a pararme de madrugada y sentarme en la alta acera a contemplar las casas coloniales y a disfrutar de la brisa y de las campanadas, a cada hora : pannn pannn pann.
Una noche, serían como las tres de la madrugada, sentí unos pesados pasos, levanté la mirada y vi venir a un monje franciscano, con su capucha marrón, y un gran cordón blanco que casi arrastaba, nunca había visto algo así, solo en las películas del descubrimiento de América. Su luenga barba blanca brillaba en la noche; no sé por qué sentí miedo, no había ninguna razón de sentirlo "Es solo un cura, me dije".
Vi hacia mi casa, la puerta estaba abierta, caminé hacia ella, me paré en el umbral, el monje se acercaba lentamente, cerré la puerta de un portazo y me metí en la cama como un niño.
Les hablé a los vecinos del asunto y se rieron de mí. Nunca, nadie me creyó, hasta yo pienso que fue un sueño.
Con el corazón henchido
De alegria y emoción
Por su voto y atención
Le estoy muy agradecido