No se escuchaba mas que una tenue música de viento-madera distanciada entre paredes de concreto, una mezcla entre naturaleza y ciudad, entre movimiento y rigidez, no importa, el punto es que la flauta me decía entre armónicos - La amas y la escuchas en el presente-

era verdad, tan así que no quedaba tan solo un ápice de aquel sonido fugaz y yo me encontraba embelesado entre la verdad que se encontraba en ese punto intermedio entre mis ojos y mis parpados cerrados, entonces solo soñaba que vivía de nuevo en la ciudad del frío y que estábamos entre sabanas no muriéndonos de aquello, entonces ocurrió, de ese pensamiento empece a vibrar fuertemente y sentí en mi frente color, abrí los ojos de nuevo y me encontraba en medio de la nada, un bosque de arboles húmedos con arbustos y niebla, no pude evitar sentir sorpresa, ya más acostumbrado a ello pude centrarme y observar mi entorno a más enfoque, ví a una luciérnaga roja que hacia figuras geométricas con las estelas que su luz dejaba, esto duro unos segundos hasta que gentilmente empezó a guiarme por aquel misterioso ecosistema lleno de espíritu del pantano, y digo guiarme porque para mi lo correcto a hacer fue seguirla, a unos minutos de empezar la caminata nació un sonido de lo más extraño en el ambiente, parecía un Rascataplan o un Comepiedras Volador, hasta que me tope con un pequeño Sapito Naranja de quien provenía aquel gutural espantoso, con el corazón en mano camine hasta llegar a una pequeña huella de civilización abandonada, todo se notaba olvidado pero no por ello dejaba de ser hermoso, la naturaleza había hecho de las suyas, pintando el musgo aromas de fresco en la localidad y las enredaderas esculturas entre los muros agrietados que protegían aquella hermosa Iglesia de piedra con campana Amarilla adornando el techo de la atalaya desde lo que seguro podría verse mejor donde nos encontrábamos (La luciernaga y yo).

Seguí a la luciernaga confiando en mi suerte para evitar los accidentes dentro de aquel campo que separaba a los muros de la Iglesia hasta que la luciérnaga entro por un pequeño espacio faltante de un vitral redondo con una hermosa espíga azul claro en el centro, que se torno morada al pasar la luciernaga por allí.

toc toc toc toc

me encontraba tocando la puerta de una iglesia vieja, todo esto intuitivamente, fue como sí de repente hubiera hecho conciencia de un sueño y pasara a experimentarlo como un protagonista, excepto que sabía muy bien por qué me encontraba allí y no podía dejar atrás lo que hasta allí me llevo, al principió me parecía una locura pero fuí siguiendo mi intuición y no haciéndole caso a mas nadie que había logrado pasar la mayoría de las pruebas, descubriendo la sabiduría del crecimiento interno y del indudable dolor que conllevaba la caminata del sabio, que aunque tiene al mundo siendo uno con el no puede compartirlo con sus semejantes porque nadie habla el mismo idioma de cuestionamiento.

Me abrió la puerta un señor mayor de aspecto asertivo y de mirada espectadora, pude notar como no habia ningun tipo de proceso de etiqueta en su mirada, como sabiendo perfectamente porqué me encontraba allí.

-Espero que hayas disfrutado del camino, y no me refiero solo al bosque, si no a la razón por la que tu viaje sido permitido de esa manera, dijo el anciano dándome la espalda, dirigiéndose hasta el final del rectángulo lleno de bancos donde nos encontrábamos, allí reposaba un altar que despedía un brillo verde.

-Ha sido un proceso de vida, ¿como no pudiera estar agradecido? haciendo un pequeño recuento diría que es gracias a todo aquel pasado vivido que hoy estoy aquí, buscando la manera de sanar a mi amada, haberme rendido en cualquier otro momento pasado no me habría brindado esta oportunidad de traer equilibrio a su vida con este poderoso talismán, la piedra filosofal.

el señor llego al altar y sacó de una bolsa de cuero negro una Morocota, moneda de oro de gran valor con la que podría costear todos los tratamientos de su enfermedad y me la entrego, diciéndome más con la mirada que con la palabra la responsabilidad que traía aquel compromiso, yo, sabiendo que el amor lo puede todo, le devolví sapiencias de éxito con el corazón y el sonrió, haciéndome saber que incluso en el momento más oscuro de la vida hay luz, y que esa es la razón por la cual aquel hermoso Sapito naranja gritaba como un demonio, las tonalidades de la vida, mayores y menores, o felices o tristes, se encontraran siempre en eterna perfección, seamos nosotros conscientes de ello o no, la vida seguirá su curso y los sapitos pequeños y brillantes seguirán sonando como hombres lobo.

-Sabía que no me había equivocado al guiarte aquí, haz buen uso de lo que te entrego y se feliz, dijo el señor desapareciendo tono a tono sin moverse del sitio hasta que no quedo más que un pequeño punto rojo que luego se desvaneció, me encontré entonces escuchando voces que se dirigían hasta la Iglesia y mi sensación de peligro inmediatamente me sacó de aquel lugar, vibrando una luz igual a la inicial pero que me trajo de nuevo a casa, donde pude percatar revisando mi bolsillo que la Morocota se encontraba allí y ya todos mis problemas se encontraban solucionados, decidí escribirme una carta a mi mismo para no olvidar lo sucedido y sabiendo que nadie me lo iba a creer decidí dejar que el cielo se encargara de las preguntas mas estúpidas mientras yo me dedicaba a valorar lo único que realmente importaba de la vida, la vida.

"Se hace liviana la carga de quien suelta todo aquello que no le pertenece más allá de su respiración, allí estará el poder de toda transmutación, allí esta el secreto para aceptar el regalo de la vida y ser parte de la creación"... Eso pone mi carta como introducción al texto, tratando de traducir a humano aquella eternidad vivida en un segundo.

Esta es mi participación para el concurso de escritura llevado a cabo por @roadstories y patrocinado por @upmewhale, si quieres saber más de este concurso y participar por alguno de los 5 premios a repartir entonces no dudes en leer esta publicación.