Es la transgresión voluntaria y con conocimiento de un precepto moral o religioso.

Cuando se habla de pecados todo el mundo piensa en lo prohibido, en aquello que nos gusta y nos da placer en determinado momento, pero que definitivamente sabemos que no es permitido y es condenado por la sociedad de alguna manera. Pecar es transgredir lo establecido, ir más allá de las leyes, en este caso, de lo moral, lo que es considerado como correcto.
Ahora bien , ¿alguien en el mundo puede decir con convicción que no ha pecado alguna vez? existen muchas cosas en la vida que pueden ser consideradas como pecados, entre ellos los llamados pecados capitales.

Los pecados capitales pueden definirse como aquellos de los cuales se ramifican los demás pecados del mundo. Es decir, los pecados más graves que puede cometer una persona según las primeras enseñanzas del catolicismo y el cristianismo.

Los llamados pecados capitales son siete, los cuales nombro a continuación.

• La lujuria, es el exceso de deseos de tipo sexual o libidinoso hacia otras personas cercanas o no, convirtiéndose muchas veces en algo enfermizo.

• La avaricia o codicia, se refiere al ansia de obtener cada vez más y más riquezas de tipo material, sin importar los medios como hayan de conseguirse. Una persona avara no se conforma con lo que tiene, por el simple hecho de querer siempre obtener desmedidamente más cosas sin necesidad aparente.

• La gula, se relaciona con el ansia desmedida por comer y en pocas palabras, ser glotón. Una persona con gula nunca sacia su hambre, siempre quiere comer más, así sea sin tener apetito alguno.

• La ira, es uno de los pecados que yo considero más peligrosos, es el sentimiento desmedido de odio o de rabia que puede convertirse en acciones más peligrosas hacia quienes nos rodean. Una persona iracunda puede llegar a cometer hechos graves bajo la influencia de este mal sentimiento.

• La pereza, está relacionada con el sentimiento de la flojera y la dejadez, del descuido hacia uno mismo por el simple hecho de no querer hacerse cargo de ninguna de las obligaciones que implica el cuidado personal ni la subsistencia propia.

• La envidia, es el sentimiento por poseer u obtener lo que el otro tiene, sin importar los medios para ese fin. Este tipo de personas jamás cesan de mirar con malos ojos al que es objeto de su envidia, es querer a toda costa poseer lo que el otro tiene, sin hacer ningún esfuerzo por ser original o emprender una acción por su propio fin.

Es uno de los pecados más feos y de mayor prevalencia en la humanidad, desde tiempos antiguos y a la fecha, es el que más veo presente en el mundo. Un sentimiento muy dañino y que retrasa la evolución de la persona que lo experimenta. Alguien envidioso jamás logra progresar como es debido pues es incapaz de emprender acciones para obtener algo por inspiración propia, su motivación siempre estará guiada por el deseo de obtener lo que el otro tiene sin importar el medio para conseguirlo.

• La soberbia, es el sentimiento de considerarse superior a todo y todos los que nos rodean. Una persona soberbia es capaz de herir emocionalmente a sus seres queridos, he visto muchos casos de cerca en que cuando este sentimiento se apodera de la persona, puede ser capaz de dañar a quienes los rodean, sin ninguna consideración.

Todos en algún momento hemos sido pecadores, de pecados está lleno el mundo, y nadie es tan absolutamente puro como para llegar a afirmar que jamás cometió alguno de estos pecados anteriormente mencionados. Se trata de que, siendo humanos somos débiles y podemos sucumbir ante las tentaciones. No es que no suceda, se trata de afrontarlo y no dejar que se conviertan en nuestro día a día, que la presencia de estos malos sentimientos sea algo transitorio depende de nosotros.

Que los tomemos como parte de la vida en cuanto a lecciones de aprendizaje, no que sean nuestro modo de vida. Nunca es bueno herir por un momento de ira, las heridas y secuelas que puede dejar esta conducta muchas veces es irreversible. Nunca será bueno creernos más que los demás ni reaccionar explosivamente en un momento de ira, dañando a quienes más nos aprecian.
Tampoco es viable tener conductas que incidan negativamente en nuestra salud como lo es el deseo excesivo por comer desmedidamente todo aquello que signifique un daño para nuestro organismo.

Seamos concientes a la hora de obrar, reflexionemos antes de actuar y hablar en negativo, pensemos en las heridas que eso podría ocasionar y jamás sanar, no dejemos que cualquier mal sentimiento nos guíe por el mal camino, no se trata de no pecar en algún momento, sino de no hacerlo nuestro modo de vida.

Sembremos valores en vez de pecados, actuemos con conciencia y llevemos una vida sino completamente recta porque humanos somos, al menos que tenga momentos de rectificación sin daños a terceros. La vida es esa oportunidad que se nos dá para trascender, un camino espinoso que siempre presentará trabas y obstáculos pero que definitivamente, siempre resultará ser lo mejor que tenemos aqui y ahora, un gran regalo.

¿Pecadora yo? Esa pregunta nos la hacemos muchos. Si, lo somos, pecadores pero no malos, he alli el punto, podemos pecar pero no hacerlo nuestro modo de vida habitual.